Gran Tuca de Ixeia (2.837 m) y Tuca de la Trapa (2.797 m) por los Barracones de Estós

Donde Benasque toca el cielo: las Tucas de Ixeia

La clásica vista de las Tucas de Ixeia desde el Ibonet de Batisielles.

Por encima de las casas de Benasque, capital del valle homónimo donde se encuentran las montañas más altas de todo el Pirineo, una inmensa montaña se eleva abruptamente tras las aguas del Ésera. Una monumental pared. A pesar de que su altura no destaque en el valle donde se concentran más tresmiles de toda la cordillera es una de las cumbres más famosas del mismo. Y es que se eleva justo por encima de Benasque y tras sus últimas casas empieza a erguirse el pequeño macizo de Ixeia, formado por varias cumbres que forman un salvaje circo del que se descuelga el Barranco de Sacs. Esta cara sur-sureste de las Tucas de Ixeia forma una de las mayores caídas de toda la cordillera y de la Península, pues se hunde casi 1700 metros en poco más de dos kilómetros, en un auténtico murallón herboso, surcado de profundos barrancos cortados por grandes paredes y coronado por una agreste cresta, donde se encuentran las distintas Tucas, el conjunto de torres y agujas que forman las cumbres del macizo.

De izquierda a derecha las cumbres van ganando en altura, empezando por la Tuca del Món, la que cae directamente sobre Benasque y siguiendo por la Tuca de la Pala Lauló y la del Forau de Ixeia, las más amables del macizo. A partir de ahí, la cresta se yergue y envalentona, empezando las Tucas de Ixeia propiamente dichas, soliéndose considerar tres. La más occidental es la más sencilla y forma una alargada cresta que sale desde el Portillón de Eriste. La central es una terrible torre cilíndrica separada por dos verticales y profundas brechas, sin duda la más complicada de hollar. Finalmente, la oriental o Gran Tuca de Ixeia es la más alta y masiva, aunque igual de afilada que las otras. Tras la Brecha de Ixeia, la bicéfala Tuca de la Trapa cierra el macizo por el este, hundiéndose a partir de ahí el terreno hasta el profundo valle de Estós.

Ya que el ascenso desde el sur queda casi imposibilitado por lo complicado del terreno, la vía normal de las Tucas es desde el norte, por el Valle de Batisielles, uno de los lugares de culto de nuestra cordillera. Este valle ofrece una de las grandes estampas de los Pirineos, con el Perdiguero tras las calmadas aguas del ibón y las agrestes Tucas de Ixeia al otro lado. Y es que la cara norte de las Tucas es aún más bonita que la sur, pues entre las tarteras que caen de las paredes somitales, aparecen salvajes agujas como la de Chuisé o la de les Serisueles, que aportan un ambiente muy alpino al ya de por sí bello valle de Batisielles.

Ficha técnica

Desnivel: 1800 m

Longitud: 18 km

Altura mínima: 1.280 m

Altura máxima: 2.837 m

Dificultad técnica: Paso de II+ grado para acceder a la cresta de la Gran Tuca de Ixeia desde la brecha pero sin exposición. En la cresta, pasos constantes de primer grado en un terreno bastante expuesto. La parte final de la ascensión se desarrolla por terreno de alta montaña con la presencia de incómodas y inestables tarteras y la canal del acceso a la brecha está totalmente rota por lo que la más que segura caída de piedras aconsejan llevar un casco.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El inicio de esta ascensión es el parking que hay en el inicio del Valle de Estós. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Desde el parking de los Barracones de Estós podemos ver el inicio del valle homónimo y, muy arriba, las estribaciones de la Tuca de la Trapa, apenas a dos kilómetros pero 1500 metros por encima de nuestras cabezas. Una muestra de la verticalidad característica que impera en las Tucas de Ixeia.

En el parking tomamos estas escaleras que salen del lado de uno de los edificios de la pequeña central hidroeléctrica de Estós y que nos llevan a la pista que recorre todo el valle de Estós.

Ascendemos por la pista, asfaltada en los primeros tramos pero por la cual está prohibido el tránsito. La pista sube primero unos cuantos metros por encima del fondo del barranco, que se estrecha en esta sección.


El final del valle de Estós está bien encajonado entre paredes, cosa que se ha aprovechado para poner una pequeña presa. En este tramo la pista está asfaltada y sube con fuerza.

Tras pasar por el lado del diminuto Embalse de Estós, la pista se suaviza y sigue por el valle, muy boscoso pero que se abre cada vez más.

El río de Estós es muy caudaloso por lo que se ha tenido que levantar un buen puente, la Palanca del Aguacari, para vadearlo.

Ascendemos suavemente por la larga pista que va cruzando, ahora por la otra vertiente del río, mientras atravesamos preciosos bosques.

A mano izquierda en un momento dado aparece la Cabana de Santa Ana, hoy con las puertas abiertas. Queda poco ya para el desvío a Batisielles.

La pista pasa por el lado de la Fuente de Coronas, un buen lugar para recargar la cantimplora.

Llegamos finalmente al desvío hacia Batisielles. Dejamos la pista de Estós, que se dirige ahora a la Cabaña del Turmo por el fondo del valle y tomamos la degradada pista que sube con fuerza por dentro del bosque y que rápidamente se convierte en sendero.

Tras cruzar el barranco de Batisielles por un puente metálico y después de unos zigzags, nos unimos al sendero que viene del Refugio de Estós y que en poco tiempo nos va a llevar al Ibonet de Batisielles, un lugar mágico. Al fondo, los pilares de la gran catedral que forma el macizo de Ixeia.

Del Ibonet de Batisielles pasamos por un sendero entre el bosque al Ibón de Escarpinosa, otro rincón espectacular. Enfrente tenemos la cascada que baja de los ibones de Perramó, que están por encima de esta muralla rocosa.

El primer paso es subir por el canchal que queda a la izquierda del mencionado muro para llegar a los ibones de Perramó, que quedan en su parte superior.

Para ello, utilizamos un sendero que aparece a mano izquierda y que cruza el caudaloso río de Batisielles. Mientras lo cruzamos, no nos podemos resistir a mirar atrás y ver el inmenso Perdiguero al otro lado del Valle de Estós, en la que seguramente es una de las estampas más conocidas del Pirineo.

La ladera es fuerte y nos obliga a ir descansando, momentos en los que aprovechamos para mirar atrás.
El Sol se va poniendo tras la espectacular Aguja de Perramó, con las crestas de Batisielles de fondo.

200 metros por debajo, los ibones de Escarpinosa. Hemos emprendido el ascenso a la ladera desde el principal, el de la derecha.
Este sendero desaparece al llegar al final del ibón y es sustituido por hitos que van apareciendo en mitad del canchal, el cual es incómodo pero no infernal. Aprovechando los tramos de hierba al máximo, no nos queda otra que entrar en la pedrera en el segundo tramo de la ladera. En lo alto, la Agulla de Chuisé nos domina con sus farallones. Tenemos que llegar a su base, superando la pared de la derecha.

Aunque el entorno cercano es dominado por las airosas agujas de Ixeia, en el horizonte observamos una de las grandes imágenes del Pirineo: la muralla septentrional de Estós coronada por el Perdiguero.

A medida que vamos ascendiendo en diagonal por el canchal los ibones de Escarpinosa van desapareciendo de nuestra vista. Por encima, la cresta que culmina en el Batisielles Norte.

Cuando nos acercamos a la Agulla de Chuisé, entramos en terreno de grandes bloques.

Aunque podríamos dirigirnos directamente a la canal de Ixeia, como pasaremos la noche en el Ibón de Perramó emprendemos una media ladera primero por terreno pedregoso pero cada vez más herboso.

Los ibones están algo apartados de la pendiente y tenemos que realizar varios subibajas para llegar a los mismos pues están protegidos por una orografía accidentada, con muchos promontorios entremedio. 

Cercanos al Ibón de Perramó no nos resistimos a mirar arriba para ver nuestro objetivo de mañana: las Tucas de Ixeia. Incluso podemos ver la angosta canal que conduce a la brecha donde empieza la cresta final hacia la cumbre de la Gran Tuca de Ixeia.

El Ibón de Perramó es un buen lugar para pasar la noche, pues tiene varios rellanos herbosos en su orilla que permiten una cómoda acampada. Tras montar la tienda y preparar los trastos, subimos a un promontorio justo encima del Ibón que nos otorga una inmejorable vista sobre el entorno de Batisielles y Perramó, balcones maravillosos del Perdiguero y de las montañas de Estós, mientras vamos viendo como la dorada luz del atardecer va dando paso al rosado característico del anochecer, momento en el que volvemos a la tienda.

Al otro lado del Ibón, las Agujas de Perramó, cumbre deseada por los escaladores pirenaicos, y, al fondo del valle, su cumbre más alta, el gris Escorvets.

Cuando vemos que la Luna empieza a aparecer por encima de la Tuca del Xinebro volvemos a la tienda para descansar, puesto que la jornada de mañana será dura.

 Tras una movida noche, con breve tormenta incluida, el día siguiente amanece radiante y nos levantamos temprano puesto que nos espera una larga jornada por delante. Observamos como las brutales torres de Ixeia emergen más de 600 metros entre una inmensa tartera rojiza de apariencia infame, como vamos a comprobar algo más tarde. Por ello, intentamos demorar al máximo nuestra entrada en este pedregal, utilizando una pendiente herbosa. Nuestro objetivo: un colladito entre el gran domo rocoso de la Tuca de Ixeia principal y la Agulla de Chuisé. 

Por la hierba avanzamos rápido y pronto dejamos el Ibón de Perramó abajo, con el Posets empezando a asomar entre el Escorvets y la Tuca de Mincholet.

El Sol aún no ha aparecido en el horizonte por lo que los tresmiles de Estós aún están en penumbre.

Hemos llegado al punto donde se termina la hierba y empieza el desierto mineral de Ixeia puesto que la roca metamórfica que domina en estas cumbres se encarga de sembrar de rojo todas las laderas.

La hierba se termina a algo más de 100 metros de desnivel del colladito, que vemos enfrente. Toca pues, internarse en el rojizo pedregal, muy inestable y engorroso. Acercándonos a la roca madre de la base de la Gran Tuca de Ixeia, trepamos un poco por piedra más estable, para ganar altura con algo más de desahogo. La Tuca de la Trapa sigue apareciendo por encima de la depresión.

La pedrera es muy inestable pero al menos no es muy inclinada, por lo que con paciencia vamos ganando altura.  Los últimos metros antes del collado son horrorosos, retrocediendo un paso de cada dos que hacemos, pero finalmente llegamos al mismo.

La torturada Agulla de Chuisé, con sus estratos y cuchillas es la cumbre modelo de esta zona.

Aunque a nosotros aún nos toca el astro rey, las cumbres que hay al otro lado de Batisielles ya reciben los primeros rayos del día.

Por la cresta que vemos ahí arriba andaremos dentro de un rato.

Este espectacular tajo corta el muro de la Gran Tuca de Ixeia en dos.

  Tras el collado aparece una cubeta rocosa de aspecto brutalmente desolado donde convergen verticales canales metamórficas que caen de las agujas y torres que nos rodean; un sitio espectacular y hostil. A la derecha de la Tuca de la Trapa y escondiéndose tras la pared de la Gran Tuca de Ixeia está la canal que nos llevará a la Brecha de Ixeia. Esta brecha, que separa la Tuca de la Trapa de la Gran Tuca de Ixeia nos permitirá el acceso a la cresta somital de ambas cumbres y a su cara sur.

Empezamos a andar por la llana cubeta en dirección a la base de la canal. Al otro lado de esta cuenca, parece que el Sol quiere salir por detrás de la brecha que separa la Agulla de Chuisé de la Tuca de la Trapa, precisamente por donde bajaremos.

Por primera vez vemos el Ibón Gran de Batisielles por debajo de las crestas homónimas. En el horizonte, detrás de las verticalidades de Chuisé, los Picos de Clarabides y Gías y el gran Gourgs Blancs.

La pared de la Gran Tuca de Ixeia se va haciendo cada vez más imponente a medida que vamos ascendiendo hasta la base de la canal. En la entrada del tubo nos equipamos con el casco, el cual es del todo imprescindible por motivos que se verán en breve.

La bicéfala cumbre de la Agulla de Chuisé. Que montaña más bonita.

Nuestras sospechas se ven desgraciadamente confirmadas; la canal es absolutamente infame. Todo lo que está a nuestro alrededor se mueve y si intentamos agarrarnos a las paredes que encajonan la canal para ganar equilibrio, en muchas ocasiones nos quedamos con la roca en la mano, lo que añade peligrosidad al ascenso.  Esta foto está hecha a medio camino de subida de la canal, con la Brecha de Ixeia en lo alto, a la derecha de esa característica aguja.

Para evitar el centro de la canal, que es casi inascendible, progresamos por la parte izquierda, algo más estable. Vista atrás a media canal, pudiéndose ver perfectamente el collado que da acceso a la cubeta rocosa.

En un momento dado en el que por un mal paso vemos como media canal se va para abajo, decidimos abandonarla y empezar a trepar por unas canaletas en la pared de la Tuca de la Trapa, bastante accesibles pero con roca igualmente muy rota, lo que nos obliga a avanzar con extremo cuidado, puesto que en más de una ocasión alguna presa de pies se rompe al apoyarnos en ella. Mirando atrás, podemos ver esta distinta perspectiva de la Gran Tuca de Ixeia y de la cresta que nos llevará a su cumbre.

Delante vemos las paredes que caen de la Tuca de la Trapa hacia la Brecha de Ixeia. Justo antes de la pared final de la Tuca de la Trapa esta muralla cede y nos permite cambiar de vertiente.
La Gran Tuca de Ixeia se empieza a afilar. Unos metros antes la gran roca que marca la posición de la Brecha de Ixeia se distingue bien por la gran sombra que se marca sobre la canal. 

El terreno es algo más vertical que la canal, pero algo más sólido. Tras un lento ascenso llegamos a un terreno algo más tendido bajo una pared que se puede ascender bastante fácilmente, utilizándola para cambiar de lado y huir de este infernal terreno.

Al otro lado el paisaje se desploma en un vertical tobogán herboso hasta el valle del Ésera, casi 1700 metros por debajo en poco más de dos kilómetros.

Mirando hacia donde venimos, el Valle de Batisielles y las cumbres que lo rodean. En la parte inferior de la foto y aún en sombra, el Ibón de Perramó, donde hemos pasado la noche.

Debido a nuestro ascenso alternativo, nos hemos acercado bastante a la Tuca de la Trapa, por lo que decidimos ascenderla en primer lugar. Para hacerlo, iremos por la base de la pared somital por una vira herbosa sin dificultad alguna.

Aunque la vira es fácil, el terreno es muy vertical, por lo que si el ambiente es húmedo o hay nieve, la travesía es peligrosa.

Tras bordear un espolón, nos encontramos con una pendiente herbosa que nos llevará al collado entre las dos cumbres de la Tuca de la Trapa, a las que llegamos en nada.

Las vistas desde esta cumbre son fabulosas, sobretodo sobre el Valle de Estós, puesto que al ser la Tuca de Ixeia más oriental es la que se desploma sobre este valle y por ello la perspectiva sobre el mismo es extraordinaria. Qué decir de las cumbres que escoltan este valle, uno de los más famosos del Pirineo: desde el colosal Perdiguero hasta los lejanos picos de Clarabide, pasando por las afamadas crestas del Seil dera Baquo y el Gourgs Blancs. Mucho más cercana, la Agulla de les Serisueles y en su sombra, el valle por el que volveremos a Escarpinosa.

Al otro lado del Ésera, el pueblo de Cerler y su macizo.

El rojo inteso del Posets emerge poderosamente entre las montañas de Batisielles.

 Dirigiéndonos a la cumbre occidental, unos metros más baja, la perspectiva sobre la vecina Gran Tuca de Ixeia es muy buena también, mostrándose como una estrecha cresta formada por estratos multicolores. Hacia ahí vamos ahora.

Con la airosa Gran Tuca de Ixeia de fondo, volvemos por la inclinada pradera que cubre la cara sur de las Tucas en dirección a la Brecha de Ixeia.

Cuando llegamos a la brecha, echamos un vistazo rápido a la parte superior, el que no hemos hecho en el ascenso. Confirmamos que la vamos a sufrir igual, porque está tan rota como la parte baja y es más inclinada.
Desde la brecha subimos por una canal que nos permitirá superar la primera prominencia de la cresta. En su base está el muro donde hay el paso más difícil de la cresta (II+), algo técnico pero nada expuesto. 

Un hito al final de la canal confirma que vamos por el buen camino.

Empezamos a crestear, al principio por pasos anchos aunque repletos de roca metamórfica puntiaguda que dificultan algo el paso. Lo que vemos arriba no es sino una de las antecimas de la cumbre.
En este punto vemos como ir a toda cresta implicaria superar un filo bastante agudo, por lo que preferimos flanquearlo por unas empinadas viras herbosas muy delicadas si estuvieran mojadas. Tras las mismas, un tubo herboso muy inclinado nos sitúa en la antecima.

Las trepadas son constantes pero bastante sencillas.

200 metros por debajo la Agulla de Chuisé y la gran tartera por la que hemos ascendido. Tras el collado del centro de la foto empieza el vallecito por el que descenderemos, que rodea por la izquierda la igual de vistosa Agulla de Serisueles, situada algo más abajo en el valle.

Varias brechas nos separan de la Gran Tuca de Ixeia, cuya cumbre ya divisamos al fondo tras una segunda antecima.

El paso por las brechas es escabroso y muy aéreo, pero fácil.

Por fin llegamos a la alargada cumbre de la Gran Tuca de Ixeia. A pesar de ser una altura modesta en el valle con más tresmiles del Pirineo, el estar en una posición central en el valle y, aún así, estar tan aislada al emerger abruptamente desde el fondo del valle del Ésera y del de Batisielles, proporciona a esta cumbre unas fabulosas vistas de los principales macizos del Valle de Benasque

Las Tucas de Ixeia empiezan su tramo más difícil con la cresta entre la Gran Tuca de Ixeia, donde estamos hasta la Tuca Occidental, pasando por la Torre de Ixeia que vemos delante pero de la que apenas se aprecia nada al estar disimulada ópticamente entre los caprichosos estratos.

La cresta finaliza en la tríada Tuca del Forau de Ixeia, Tuca de la Pala Lauló y la Tuca del Món, la última del macizo, cuya cara sur se desploma directamente sobre las casas de Benasque. En el horizonte, la desolación del Cotiella aparece tras las sierras de Cambra y Chía.

Bajo la gran pared de Ixeia los ibones de Perramó, apartados de los de Batisielles por las Agujas de Perramó. Esta airosa cumbre separa el valle en dos, aunque las dos ramas se vuelven a unir en la cabecera del valle bajo el Escorvets, que queda empequeñecido por las coloradas crestas de Llardana, el segundo macizo del Pirineo.

Girando hacia la derecha, el Bachimala aparece tras la cresta de Bardamina y, tras el boquete del collado de Chistau, la divisoria vuelve a ganar altura para entrar en el macizo con más tresmiles del Pirineo: el de Perdiguero, cuyas cumbres más occidentales vemos en la foto.

Siguiendo la panorámica, el Perdiguero, cumbre del macizo homónimo, domina con potencia el Valle de Estós y Lliterola. Después del gigante, se intuye el valle de Remuñe por sus cumbres, que aparecen en segundo plano y que finalizan en el Mall Pintrat, ya en la parte derecha de la foto.

Y al otro lado del valle, a contraluz, el macizo rey del Pirineo, la Maladeta y su alta cresta, que culmina en el inconfundible Aneto.

Un salto en la cara sur y aparecemos mil metros abajo. Sin embargo, los sarrios corren más que cómodos por los tubos que caen por el abismo verde que surge a nuestros pies.

Destrepamos la cresta, superando la primera brecha, con la antecima delante nuestro, tras la segunda y más angosta brecha.

Desde la antecima, con la atractiva Tuca de la Trapa vigilando nuestros pasos, deberemos descender los algo menos de 100 metros de desnivel que nos separan de la Brecha de Ixeia, yendo por empinadas canales herbosas y cortos muros metamórficos.

Aunque no haya pasos de especial dificultad, la cresta es muy aérea y tenemos que tener en cuenta que un paso en falso nos llevaría a Benasque, que tenemos 1700 metros por debajo, en lo que es uno de las mayores abismos de la cordillera.

Llegamos al final de la cresta con la canal que nos desciende a la Brecha de Ixeia.

Tras respirar hondo, entramos de nuevo en la infame canal. Vamos realizando el descenso por tramos para evitar que nos abramos la cabeza con piedras, cuya caída es inevitable aún poniendo extremo cuidado. Repito que el uso del casco es absolutamente recomendable para realizar canales como esta. Finalmente y tras tirar media montaña abajo, llegamos a la llana cubeta de la base de las Tucas.
Una vez en la cubeta nos desviamos de la Canal de Ixeia, que cae hacia Perramó y ascendemos al collado que marca el inicio de la Canal de Chuisé, situado entre la cumbre homónima y la Tuca de la Trapa. De fondo, el Escorvets. 

Tras el espolón de roca que se ve en el centro, se intuye la canal de acceso a las Tucas de Ixeia. Como se puede apreciar, todo el entorno es una gran tartera.

El monumental domo rocoso de la Gran Tuca de Ixeia; una cumbre salvaje y inhóspita.

 El collado tiene varias brechas, ascendemos a la de más fácil acceso y luego destrepamos un muro al otro lado para entrar a la Canal de Chuisé, que desciende entre la cumbre homónima y la Agulla de Serisueles hasta Escarpinosa. Esta canal es mucho más abierta que las angosturas de la Canal de Ixeia pero es igual de rocosa.

Bajando por la cubeta rocosa miramos arriba hacia la Agulla de Chuisé, cuya vía normal pasa por la canal que se ve a la izquierda de la foto.

Con los detalles de la Maladeta pudiéndose apreciar más nítidamente debido a la mejor luz, vamos descendiendo por el tramo inicial de la canal, muy fácil hasta que llegamos al muro que defiende su parte alta.

Piedra, piedra y más piedra cae de la Tuca de la Trapa.

Antes de emprender el descenso definitivamente por la Canal de Chuisé no nos resistimos a echar un último vistazo a la Gran Tuca de Ixeia, cuyo colosal cabezón aparece tras el collado que hemos utilizado para cambiar de la Canal de Ixeia a la de Chuisé.

Afortunadamente, una canal en su parte derecha nos permite bajar con mucho cuidado, puesto que hay mucha piedra suelta, hasta un paso (I) de una veintena de metros donde lo podemos destrepar.  La Agulla de Serisueles aparece como un bravío filo apuntando al Perdiguero. Tenemos que llegar al prado de su base.

Entre la Agulla de Chuisé y las estribaciones de la Tuca de la Trapa se ve el colladito y el murete vertical que hemos utilizado para descender.

Habiendo descendido algo más, la cumbre principal de la Tuca de la Trapa por fin aparece como un gran diente rocoso.

Después del muro, las dificultades técnicas de la jornada se han acabado, aunque aún nos queda un buen rato para llegar de nuevo a los senderos. Primero tenemos que descender por una gran tartera, algo más estable, hasta la base de la altiva Agulla de Serisueles (que no parece nada fácil), donde volvemos a tocar hierba.

La gran tartera que hemos utilizado para bajar. A la derecha, el casco rocoso que marca la cumbre de la Agulla de Chuisé.

Este colladito enmarca a la perfección el Pico de Estós, al otro lado del valle.

Una vez llegados a los prados de la base de la cumbre de Serisueles tenemos que decidir. Si fuéramos en esa dirección, volveríamos a las laderas que ayer nos condujeron a Perramó.

Nosotros seguimos bajando por la Canal de Chuisé, por un tubo herboso salpicado de grandes bloques situado en la cara oeste de la Agulla de Serisueles.

En estos prados, giramos a la izquierda para encarar el descenso definitivo a Perramó, por un bosque bastante sucio.

Este descenso nos permite ver esta fabulosa vista de las distintas torres que coronan la Canal de Chuisé, desde la altiva Agulla de Serisueles a la izquierda hasta la Agulla de Chuisé a la derecha, pasando por las agujas que rodean la Tuca de la Trapa en el centro.

Vamos aprovechando los claros del bosque para bajar con más comodidad los 150 metros de desnivel que nos separan de Escarpinosa, cuya cascada ya vemos en el muro de la izquierda. La bajada se hace más liviana con estas vistas de la Agulla de Perramó en el centro del valle y la Tuca de Mincholet y el Batisielles sur a la derecha.

La Agulla de Chuisé vuelve a mostrar su cara más feroz.

Llegamos de nuevo a Escarpinosa y con ello, a la civilización, tras estar muchas horas sin ver a nadie puesto que hemos andado por lugares nada frecuentados por excursionistas.

Y desde Escarpinosa solo queda la larga bajada a los barracones de Estós, por terreno cada vez más frondoso. Sin embargo, desde el aparcamiento si levantamos la cabeza podemos divisar de nuevo muy por encima de nuestras cabezas, la última de las Tucas de Ixeia que se despide de nosotros.