Muntanya d'Ullà (308 m), Montgrí (303 m) y Montplà (310 m)

 Paseo por el pequeño macizo mediterráneo del Montgrí

El Montplà y el Montgrí desde la Muntanya d'Ullà

El Montgrí es un pequeño macizo calcáreo que separa el Baix y el Alt Empordà, encastándose entre las dos llanuras que forman el centro de estas dos comarcas. Por ello, a pesar de su modestísima altura, el macizo es bien visible desde cualquier parte de la región, levantándose abruptamente entre el mar y la llanura. El macizo se puede dividir en dos: por encima de l'Estartit se levanta la Roca Maura y sus satélites, punto donde el Montgrí se hunde en el mar para emerger de nuevo en las maravillas naturales de las Illes Medes, islas que constituyen uno de los ecosistemas submarinos más notables del Mediterráneo. Más al oeste y dominando Torroella de Montgrí, se encuentra la parte principal del macizo, la que se articula alrededor del valle de Santa Caterina en forma de herradura.

El núcleo principal del macizo es constituido principalmente por tres montañas, las únicas que superan la cifra de los 300 metros: la Muntanya d'Ullà, el Montgrí (o Muntanya de Santa Caterina) y el Montplà, que además constituye su máxima altura. Estas tres montañas estan perfectamente individualizadas y además son estéticamente atractivas, y es que se levantan abruptamente como tres grandes cabezas sobre prácticamente nivel de mar. La montaña central y más bonita por su altivez, el Montgrí, tiene además un vistoso castillo en su cumbre, datado del siglo XIII, y que se puede visitar libremente. 

El Montgrí en su conjunto forma parte del parque natural del mismo nombre por sus peculiares características geológicas, biológicas y culturales, que convierten a este pequeño macizo en una joya que vale la pena visitar a pesar de su escasa altitud, que proporciona sin embargo unas dilatadas panorámicas del Empordà. En esta circular se propone visitar las tres mencionadas cumbres y descender por la Vall de Santa Caterina, conociendo así tanto las áridas alturas como el apacible interior del Montgrí.

Ficha técnica

Desnivel: 560 m

Longitud: 10 km

Altura mínima: 10 m

Altura máxima: 317 m

Dificultad técnica: Fácil destrepe del Montgrí hacia el Coll d'en Garrigàs. Descenso abrupto y desagradable por la cara oeste del Montplà hacia la Ermita de Santa Caterina.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

Desde el pueblo de Ullà sale una pista asfaltada que rodea el macizo del Montgrí y se dirige a Bellcaire de Empordà. A medio camino, sale una pista asfaltada a mano derecha con el indicador de Ermita de Santa Caterina. Tomándola, seguimos recto en dirección a la pedrera del Mas Blanc hasta que, en un punto, la pista se ensancha lo suficiente como para poder dejar el coche. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

Desde el punto donde dejamos el coche, desandamos unos metros por la carretera por la que hemos llegado hasta aquí para llegar a una pista que sube hacia una torre eléctrica. Mirada atrás hacia la carretera desde el punto donde tomamos esta pista.

Cuando llegamos a la base de la torre eléctrica seguimos la pista unos metros hasta llegar a una bifurcación.

En el cruce de pistas tomamos la que, dirigiéndose a la derecha, empieza a subir hacia...

...la cónica Muntanya d'Ullà, hacia donde nos dirigimos.

Cuando llegamos a la base del Puig Rodó, la pista, ya muy degradada, gira a la derecha en una pradera para situarse a la altura de la pedrera.

La pista se va estrechando a la vez que avanza paralelamente a la valla que impide la caída hacia el tajo de la cantera.

La pista desaparece justo donde empieza la muralla de arbustos que cubre la ladera, aunque en ese mismo punto aparece el primer hito señalando el inicio del sendero por el que ascenderemos al Puig Rodó.

A poco que ganamos un poco de altura ya tenemos una gran panorámica del Empordà, una llanura que está a nivel del mar. Precisamente por esto el Montgrí es un faro en medio de esta comarca natural, a pesar de su escasa altitud.

Habiendo ascendido algo más de 100 metros, los duros arbustos dejan paso a la incómoda piedra calcárea del Montgrí, que ya no nos abandonará.

Tras un ascenso por el matorral rastrero y la caliza, nos plantamos en la cumbre de la antecima oeste de la Muntanya d'Ullà, que en algunos lugares se denomina Puig Rodó.

Ya por pendientes más suaves, seguimos el camino que recorre el cordal, dejando atrás rápidamente el Puig Rodó. Más allá, la llanura del Empordà con la sombra blanca del Pirineo de telón de fondo.

Y así, en unos 10 minutos desde el Puig Rodó, llegamos a la Muntanya d'Ullà, primera de la tríada del Montgrí.

A nuestros pies el pueblo que le da nombre a nuestra montaña. Muy cercano al pueblo, el Ter recorre sus últimos metros antes de desembocar en el Mediterráneo.

La bruma limita la visibilidad de la parte intermedia del horizonte, quedando libres de ella la llanura del Empordà en la parte inferior, salpicada de pueblos y, en la parte superior, el Pirineo Oriental al completo.

Al otro lado, nos esperan las otras dos grandes cumbres del macizo: el Montplà y la Muntanya del Montgrí, con su vistoso castillo en lo más alto. De el segundo nos separa el Coll de Santa Caterina, hacia donde debemos descender utilizando la arista este de nuestra montaña.

El descenso transcurre por terreno calizo, bastante duro y complejo de transitar. O al menos para nosotros, ya que este grupo de cabras corre por la abrupta cara norte de la Muntanya d'Ullà como si recorrieran un suave praderío.

Si transitáramos directamente por la caliza el descenso sería incómodo pero afortunadamente el sendero nos permite bajar hasta el collado fácilmente.

Camuflado entre el bosque, la ermita de Santa Caterina marca la cabecera del valle homónimo, que es coronada por el Montplà, máxima cumbre del Montgrí.

En el collado nos encontramos con una cruz culminando un soporte rocoso. Se trata de la Creu de Santa Caterina, punto intermedio entre las capillas que jalonan el camino que viene de Torroella y la ermita de Santa Caterina, dentro del valle.

Nosotros seguimos adelante, siguiendo el ancho sendero que empieza a subir la empinada ladera.

La Muntanya d'Ullà intenta competir, sin éxito, con el lejano Canigó, la última gran montaña del Pirineo.

El sendero es muy cómodo, encontrándonos incluso tramos empedrados seguramente utilizados desde hace siglos para subir al castillo.

Castillo al que llegamos rápidamente tras bordear una pequeña cantera, de la que probablemente se sacaron algunos de los bloques que conforman la fortaleza del Montgrí.

El castillo es de libre acceso y está bastante restaurado, por lo que la visita a su interior es recomendable.

Como rápidamente se puede ver en su interior, la fortaleza quedó a medio construir, completándose únicamente la muralla exterior y los distintos torreones, a los que se puede subir para gozar de aún mejores panorámicas.

Desde lo más alto del Castell de Montgrí se tienen grandes vistas del Baix Empordà, cuya llanura se extiende aparentemente hasta el infinito, aunque las sombras de les Gavarres, que cierran el plano por el sur, se distinguen en la lejanía.

La Muntanya d'Ullà y el Pirineo Oriental, separados más de 80 km, aunque estén casi tocándose en la imagen. En esta foto se distinguen perfectamente los dos grandes cuerpos de este tramo del Pirineo: a la izquierda, las montañas de Núria y Ulldeter y, separado de éstas por el largo cordal del Pla Guillem, el legendario Canigó, ya enteramente en Francia.

Aunque el Montgrí es bastante conocido en la zona (prueba de ello, las multitudes que pululan por el castillo), la principal atracción de la zona son sin duda el espacio marítimo de las Illes Medes, que surgen abruptamente delante de l'Estartit y forman una de las grandes reservas de la biosfera mediterráneas.

Tras un rato de contemplación, nos disponemos a coronar la tercera y más alta montaña del Montgrí, el Montplà, del cual nos separa el profundo Coll d'en Garrigàs.

En el descenso de la Muntanya del Montgrí nos sorprende encontrarnos con un descenso bastante abrupto por la caliza que surge de la montaña, que nos obliga a poner las manos en numerosas ocasiones. 

Para esquivar las partes más verticales, el sendero traza un zigzag aprovechando las repisas que aparecen entre los escarpes calcáreos.

Una vez en el collado, seguimos el GR que empieza a ascender por la suave ladera del Montplà, que tiene un nombre bastante adecuado.

Poco a poco nos acercamos a la cumbre del Montplà, con una pendiente que se va acentuando sin llegar a ser empinada en ningún momento.

Atrás dejamos el gran cabezón de la Muntanya del Montgrí con su castillo. Apréciese como esta cara de la cumbre es bastante abrupta y su descenso es sencillo pero no sin obstáculos.

A punto de llegar al punto más alto del Montplà, que tiene un modesto hito.

Desde la cumbre del Montplà mirando a las otras dos grandes cumbres del Montgrí.

La Roca Maura y les Illes Medes escoltando desde tierra y mar, respectivamente, el pueblo de l'Estartit.

Para descender, el camino sencillo sigue a la derecha, cruzando todo el Montplà y descendiendo hasta el Coll del Puig, para descender desde ahí hasta Santa Caterina. 

Sin embargo, nosotros decidimos seguir un descenso más vertical que conduce directamente a la ermita utilizando la empinada cara oeste del Montplà. Tras bajar por ahí, recomiendo seguir el camino normal, puesto que el descenso tal y como lo hicimos nosotros es muy incómodo y sucio y no aporta mucho más que el otro sendero.

Tomando un camino que aparece a mano izquierda, señalado por hitos, y guiados por marcas verdes, empezamos el descenso a Santa Caterina, que vemos a nuestros pies. 

Cuando llegamos al límite del altiplano del Montplà, el terreno se hunde abruptamente en una empinada ladera terrosa, en la que nos encontramos con algún roquedo. Como el descenso por la ladera es bastante horrible, es preferible destrepar por los escarpes calizos.

Bajo los roquedos encontramos alguna cueva, que abundan en el macizo, aunque aquí sean de baja entidad.

 Tras este primer tramo rocoso, empieza un descenso salvaje y abrupto por una empinada ladera de matorral, siguiendo un trazo que se va haciendo más y más borroso.

Los hitos nos van dirigiendo hacia un pedregoso barranco bastante inestable, por lo que debemos cuidar cada paso que damos.

Mirada atrás una vez superado el tramo de barranco.

Finalmente, abandonamos el barranco, que se cierra en una selva de carrasca, por la ladera derecha.

Tras un descenso que se puede catalogar, como poco, de desagradable, llegamos por fin al bucólico entorno de Santa Caterina, donde mucha gente realiza barbacoas y picnics.

Desde Santa Caterina ya solo nos queda tomar la pista para abandonar, por el valle homónimo, el macizo del Montgrí.

La Vall de Santa Caterina es realmente bonita, con prados y bosques cubriendo las bases de las descarnadas montañas del Montgrí. La apacible y larga vuelta nos da tiempo más que suficiente como para admirar las montañas realizadas hoy, como la vertical Montanya d'Ullà, que nos enseña su vertiente más feroz...

...o el gran altiplano del Montplà, con la infame ladera por la que hemos descendido en primer plano...

...y, finalmente, la Muntanya del Montgrí, la más emblemática del macizo, con la que despedimos la jornada de hoy por este pequeño pero coqueto rincón de la Costa Brava.