Castillo Mayor (2.013 m) y Peña l'Ombre (1.989 m) desde Puértolas

El gran castillo de Escuaín

Cara norte del Castillo Mayor desde la cumbre.

El Castillo Mayor es una de las cumbres más bonitas y curiosas del ya de por sí excepcional Valle del Cinca. Como su nombre indica, se trata de una fortaleza calcárea bien defendida por blancas paredes que no bajan de los 200 metros de terrorífica verticalidad y que convierten esta montaña en casi inexpugnable. Digo casi porque, como suele pasar, siempre hay un punto en este tipo de montañas en el que la muralla cede y permite acceder a su parte alta de forma sencilla. 

Esta caliza montaña es también un claro ejemplo de sinclinal, puesto que en el corazón de la montaña, hay un pequeño y verde valle en forma de pliegue que contrasta enormemente entre la desolación calcárea que lo rodea. Finalmente y debido a su naturaleza caliza, podemos encontrar, sobre todo en la cresta y alrededores, lapiaces de notable tamaño que complican y ralentizan un cresteo que vale mucho la pena, puesto que el ambiente de la arista es brutal.

Su posición estratégica, algo alejada de la cordillera principal y en una confluencia de valles, la convierten en un privilegiado balcón sobre las montañas de Ordesa, destacando el augusto Monte Perdido, que tenemos muy cercano, y de la inhóspita Sierra de las Tucas, el extremo más oriental del macizo del Perdido y del que tenemos la mejor panorámica posible. También tiene magníficas vistas del otro lado del Cinca, con los gigantes del Prepirineo aragonés, la Punta Lierga, la Peña Montañesa y el Cotiella despuntando muchísimos metros por encima del valle. Por todas estas razones, estamos ante una de las grandes montañas del valle del Cinca que sin duda tienen que estar en el registro de cualquier montañero por su gran belleza.

Ficha técnica

Desnivel: 1.100 m

Longitud: 11,2 km

Altura mínima: 1.139 m

Altura máxima: 2.013 m

Dificultad técnica: Fácil. La parte superior de la cresta está defendida por un incómodo lapiaz en el que en ocasiones se tiene que superar mediante trepadas. Cresta muy sencilla, pero que si se hace cerca del borde, tiene mucho ambiente.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

Pasado el pueblo de Puértolas, al que se llega mediante una carretera estrecha y empinada pero con buen asfalto, se desciende por la carretera que lleva a Bestué y Escuain hasta que, pocos metros antes de la bifurcación de la carretera hacia estos pueblos, se abre un parking donde cabe unos cuantos coches. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

En la jornada de hoy no hará falta buscar nuestra montaña pues el Castillo Mayor, con su característica forma de libro abierto, será visible desde el mismo inicio de la ruta.

Desde la bifurcación de carreteras, seguimos andando unos metros por la que se dirige a Bestué...

...hasta que un buen camino aparece a mano derecha, bien indicado (como en toda la ruta) con el nombre de Castillo Mayor.

El primer tramo de la aproximación transcurre por un denso y alto follaje, que el camino corta claramente a pesar de que en ocasiones el arbolado invada parte del sendero.

Tras rodear el Tozal Custodia, apareceremos en un bonito prado con vistas privilegiadas del contundente extremo oriental de la fortaleza. Desde aquí, además, se puede observar perfectamente el único punto débil de la montaña y por donde vamos a subir: la pendiente verde que se ve a la izquierda.

Para llegar a la mencionada ladera, tenemos que recorrer toda la base de la montaña, al principio por moderada subida por un precioso bosque.

Tras superar el bosque, el terreno se despeja y aparecemos bajo las primeras paredes de la montaña, teniendo que cruzar alguna pedrera que cae de las mismas.

En una pronunciada media ladera, el sendero esquiva una pared que vemos enfrente mediante un zigzag para...

...plantarnos ya al inicio de la pronunciada subida que nos dejará en la parte alta de la montaña.

La mayor parte del ascenso transcurre por un extenso y agreste matorral excepto por un cierto punto: el Prado del Cura. En medio de la desolada ladera, un bello bosquecito resiste y protege un bonito aunque empinado prado en su interior.

Pero no deja de ser un espejismo y rápidamente volvemos al bosque de carrasca que cubre toda la pendiente.

La pendiente, aunque suavizada en parte por las lazadas que traza el camino, es fuerte, por lo que de vez en cuando nos giramos a mirar a las otras fortalezas del valle del Cinca, que aquí son especialmente prolíficas.

Poco a poco empezamos a ver como una cresta grisácea despunta entre el matorral: clara señal de que nos acercamos al interior de la montaña.

Tras un último zigzag, culminamos la ladera, momento en el que también desaparece el mar de carrasca. Llegamos a una especie de collado, que da paso al patio de armas del castillo, cuya cumbre distinguimos enfrente, difícil de ver debido a la homogeneidad de la cresta.

Desde el collado, vemos por vez primera el oasis de verdor que esconde el Castillo Mayor en su corazón, unos preciosos prados que son la delicia de los numerosos rebaños que pastan por la zona, cuyo pastor no puede encontrar un mejor corral puesto que el rebaño no puede salir más que por un sitio, por donde hemos venido.

En el collado finaliza el buen camino que veníamos siguiendo, aunque en el otro lado del prado aparece uno nuevo, que asciende directamente al Castillo Mayor por el karst. Pero nosotros tomamos otra vía; queremos visitar la punta más occidental de la fortaleza, llamada Peña l'Ombre, y para ello tenemos que dirigirnos hacia la izquierda, cruzando la parte occidental de los prados.

Los llanos del castillo son de un tamaño más que notable, yendo casi de una punta a la otra de esta monumental montaña.

Siguiendo una leve traza de sendero vamos encaminando nuestros pasos hacia la izquierda, sin tener apenas puntos de referencia pues la blanca cresta que nos acompaña a la derecha confunde mucho nuestra perspectiva.

Aprovechamos la hierba lo máximo que podemos para ascender con más rapidez hasta que no tenemos más remedio que entrar...

...en el lapiaz que cubre toda la cresta del Castillo Mayor. Afortunadamente, en esta parte de la montaña el lapiaz está muy degradado y se puede andar bastante bien por él, ya que apenas tiene profundidad.

A lo lejos vemos la cima del Castillo Mayor, a la que nos dirigiremos en un rato por lo alto de la cresta tras haber hollado la Peña l'Ombre, la cumbre más occidental de la fortaleza.

Cumbre que repentinamente aparece delante de nosotros, tras llegar a lo alto de la arista. Esta cima secundaria tiene una mancha terrosa, que debemos cruzar y que se desploma cual tobogán... 

...hacia los abismos meridionales de la montaña, con los Sestrales de fondo.

Descendemos a la mancha terrosa suponiendo que en la cresta será más incómoda de transitar pero es un error, puesto que una vez en la hierba, vemos como tenemos que trepar, ahora sí, por un terreno de lapiaz bastante delicado para ganar la cresta. Por ello, recomiendo dirigirse directamente a la arista para empezar a crestear hacia la Peña l'Ombre, que vemos enfrente.

La cresta es sencilla, aunque entretenida, como toda cresta calcárea. Rápidamente llegamos a lo que suponemos que es la cumbre de la Peña l'Ombre, con una piedra que lo indica, aunque hay distintas puntas de similar altura a lo largo de la arista.

La excusa para venir hasta aquí era para ver mejor la terrorífica aguja que culmina por el oeste el macizo del Castillo Mayor y que está separada del cuerpo principal por una pavorosa brecha. Teniendo de fondo el Perdido, no puede haber mejor estampa de la misma.

También tenemos una gran vista de los Sestrales, con el contraste entre sus amables prados superiores y las paredes y agujas que los rodean.


Pero hacia el otro lado nos espera una imagen igual o más impresionante: la brutal muralla septentrional del Castillo Mayor. Para llegar a su cumbre iremos a toda cresta, en un cresteo muy sencillo pero algo largo.

Primero deshacemos nuestro camino hasta el collado que separa la Peña l'Ombre del resto del macizo y subimos a una prominencia herbosa.

Atrás dejamos paredes...

...y delante nos esperan más paredes. De la cumbre nos separan varias puntas y el terreno calcáreo es siempre accidentado, por lo que el cresteo es un constante sube y baja que va minando las energías.

Aunque el recorrido es bastante sencillo y apenas hay pasos de trepada, si nos acercamos a la arista, algo recomendable puesto que es más sencillo que transitar a media ladera, a nuestra izquierda hay un abismo abrumador, que puede impresionar a los más aprensivos.

Tras casi 1 kilómetro y medio de cresteo, llegamos a la última de las puntas previas al Castillo Mayor, desde la que ya vemos muy cercano la cota que corona la montaña, con su vértice en lo más alto.

Tras llegar al vértice, lo primero que hacemos es mirar atrás, donde nos sorprende una perspectiva sobrecogedora de la cresta recorrida: la vertiginosa muralla del Castillo Mayor.

Hacia el oeste, más allá de las pedreras que caen de las paredes del Castillo y de los grandes bosques que cubren la región, aparece el jefe de la zona: el Monte Perdido con su corte, rodeando el boquete de Ordesa.

Hacia el norte, iniciando la sierra de las Sucas encontramos las tres hermanas pequeñas de las Tres Sorores: las Tres Marias, muchísimo menos transitadas que las primeras.

Y, completando la Sierra de las Sucas, desde la Punta de Monesma al Tozal de Montinier, montañas muy bellas pero muy solitarias, ya que para ascenderlas se debe superar mucho desnivel y terreno en ocasiones complicado.

A nuestros pies. a la sombra de la fortaleza que la defiende desde tiempos inmemoriales, Escuain, con su famosa garganta de fondo.

Hacia el este, tras la imponente isla-montaña de la Punta Lierga aparece, con una luz celestial, el Cotiella, rey del Prepirineo.

Y hacia el sur, para completar la panorámica, los principales escuderos del Cotiella, que junto con la Punta Lierga y la montaña donde estamos, completan la serie de fortalezas que marcan el límite de la alta montaña sobrarbense: la Peña Solano y la legendaria Peña Montañesa.

Aunque queríamos seguir la cresta hacia el este, para realizarla al completo, vemos como oscuros nubarrones se acercan desde Ordesa, por lo que decidimos abandonar la cumbre por su vía normal. Para ello, seguimos una línea de hitos que...

...se tira por la empinada ladera caliza que conforma la cara sur de la montaña.

Al principio de la bajada, nos encontramos con un abrupto lapiaz que afortunadamente el camino sortea bastante bien.

Tras descender unos 100 metros por el lapiaz, entramos en terreno algo más amable y herboso, aunque igual de empinado.

Tras bajar por unas pedreras, desembocamos al fin en los verdes llanos del Castillo.

Aunque en otra ocasión descansaríamos tranquilamente en este bucólico lugar, las nubes cada vez son más amenazadoras hacia el oeste, por donde hemos empezado a subir, por lo que sin apenas detenernos...


...abandonamos los bellos prados para volver a sumergirnos en la hostil carrasca que protege el único punto débil de la fortaleza. Y así, bajando rápidamente y tras un impresionante encontronazo en el bosque a media bajada que nos hace andar aún más deprisa, vamos dirigiéndonos hacia el prado que vemos a la derecha de la foto, donde se encuentra nuestro coche.

Culminando así esta jornada, donde hemos ascendido una de las montañas más bellas y únicas del Sobrarbe: la soberbia fortaleza del Castillo Mayor.