La Sella (777 m), Punta de Mònecs (750 m), la Cadira (611 m) y Sant Bartomeu de Fraguerau desde la Venta de Llena

Por el corazón conglomerado de Fraguerau

La cumbre central de la Sella, con la complejidad mineral de Fraguerau en segundo plano.

El congost de Fraguerau es el nombre dado al tramo superior del Riu Montsant, que, recién nacido en la cuenca de Ulldemolins tras la confluencia del Riu de Prades y el Riuet del Teix, se abre camino entre la Serra de la Llena y el Montsant formando un impresionante desfiladero de conglomerado. En este congosto se alternan altivas agujas con grandes paredes, mayoritariamente con atractivas y redondeadas formas, pero compartiendo todas una misma característica: una verticalidad lisa y dominada totalmente por el conglomerado, siendo esta zona el máximo exponente de Catalunya de este tipo de geología con el permiso de Montserrat.

La vertiente sur del desfiladero forma parte del Montsant, macizo mágico por naturaleza y que, desde las profundidades del valle abruma por su tamaño ya que se levanta más de 600 metros en muy poca longitud. La norte es más modesta en altura pero mucho más compleja y salvaje y es que está formada por una telaraña de barrancos y abismos por la cual es bastante complicado de transitar por la constante presencia de cortes en la ruta que provocan que sea muy fácil perderse por este laberinto de roca. La principal elevación de esta zona es la cumbre conocida como la Sella, formada por tres grandes bolas verticales que se desploman más de 300 metros sobre el Riu Montsant, que en todo momento queda cerca pero a la vez muy lejano por la imposibilidad de realizar un avance directo hacia el fondo de Fraguerau.

En esta ruta se pretende conocer parte de este laberinto, concretamente el que va entre la Sella y Fraguerau, en un entorno totalmente salvaje y inhóspito en el que tendremos que tener un buen sentido de la orientación y tener poco vértigo, puesto que en muchos momentos estaremos en pasos expuestos y terreno complicado. A cambio, entraremos en las profundidades de un lugar bellísimo y con unos paisajes que se escapan de la realidad, disfrutando del místico Montsant y observando las caprichosas formas de Fraguerau que surgen de su corazón de conglomerado.

Fotodescripción

Desnivel: 550 m

Longitud: 8 km

Altura mínima: 525 m

Altura máxima: 794 m

Dificultad técnica: Pasos de I-II grado en la subida a la Sella. Durante el descenso a la ermita de Sant Bartomeu de Fraguerau desde la Sella, pasos bastante expuestos y aéreos, sobre todo cuando la roca está mojada o helada.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

La ruta empieza en la Venta o Hostal de la Serra, justo al lado de la carretera C-242. Una pista sale de la misma carretera y gira a la derecha para entrar en un aparcamiento de tierra justo antes de la derruida casa. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pinchando en este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

Curiosamente, el punto más alto de la jornada lo cubrimos en los primeros minutos, puesto que el vértice de la Venta de Llena, la máxima altura de la parte occidental de la Serra de la Llena está a pocos metros del parking. El vértice está rodeado de bosque, así que, privados de vistas, no paramos en él y empezamos a descender en dirección sur, por un alargado y llano espolón rocoso hasta que volvemos a la pista.

 A diferencia de la gran mayoría de rutas de montaña, en esta excursión vamos a empezar bajando desde las alturas de la Serra de la Llena hasta lo más profundo del Riu Montsant para luego volver a subir en el retorno. Tras este corto ascenso, volvemos a la pista que sale de la Venta hacia el suroeste.

Desde esta panorámica pista vemos el bonito y quebrado paisaje de la frontera entre el altiplano de las Garrigues y el Priorat, con la niebla cubriendo el valle del Ebro. 

Abandonamos la pista momentáneamente para ir por un pasadizo de conglomerado muy panorámico, pudiendo ver la cota y la casa de la Venta o Hostal de la Serra y el aparcamiento a la derecha.

Volvemos a la pista, por la que avanzaremos poco tiempo más, pasando ahora cerca de un campo de cultivo.

Aunque el Riu Montsant solo se intuye por la profundidad del Congost de Fraguerau, si que se puede ver la parte superior del Racó de Sant Bartomeu, el valle por el que volveremos. También empezamos a observar las únicas formaciones rocosas que surgen por doquier en el entorno de Fraguerau.

Al otro lado del congosto, descomunal, el Montsant.

En un momento dado la pista pasa entre dos pequeñas cotas y entra en la umbría. En este punto aparece a mano izquierda este desvío, al principio poco claro pero que luego se sigue mejor. Este sendero nos llevará por lo alto de la arista que nos conducirá a la Sella. 

Llegando al extremo sur del campo que hemos cruzado antes, entramos en un terreno de arbustos de notable tamaño que serían muy incómodos de transitar de no ser por la guía del senderillo que seguimos, estrecho pero salvador. Vamos avanzando primero por lo alto de la arista. 

Vamos avanzando primero por lo alto de la arista. En ocasiones formaciones alargadas de conglomerado aparecen en lo alto de la arista y podríamos tener la tentación de encaramarnos a ellas para evitar los arbustos pero el sendero es sabio y los evita, y es que todos quedan cortados en paredes de varios metros de altura al final de su recorrido. Ya vemos al fondo las tres cumbres de la Sella.  


Aunque no llegamos a ver el fondo del río, si que intuimos los meandros que el Riu Montsant forma para esquivar la complejidad del Montsant. A la izquierda, la Punta dels Mònecs, a la que nos acercaremos en poco rato. A veces el sendero entra en terreno rocoso y se pierde el trazo pero oportunos hitos nos permiten cruzar estas secciones y reencontrar el sendero.
A veces el sendero entra en terreno rocoso y se pierde el trazo pero oportunos hitos nos permiten cruzar estas secciones y reencontrar el sendero.

Cada vez más conglomerado aparece en la arista, señal de que nos vamos acercando a Fraguerau. En esta ocasión el sendero utiliza una balma para avanzar.

Bajando por este barranco llegaríamos a Sant Bartomeu de Fraguerau, pero nosotros seguiremos otro camino.

Atrás queda la arista que nos ha traído hasta aquí. Se distingue el exiguo trazo que la recorre entera.

La arista se bifurca en este punto. Si vamos hacia el sureste, la arista nos conducirá a la Sella y a Sant Bartomeu y será nuestra opción para más tarde. Hacia el suroeste, el sendero que íbamos siguiendo se dirige a la Punta de Mònecs y desciende al Riu Montsant por el Grau de l'Euga y l'Escambell, en una bajada bastante más sencilla que la que vamos a realizar nosotros. Como nos queremos acercar a la Punta de Mònecs avanzamos brevemente por esta segunda arista.

En el Montsant, el avance en línea recta casi nunca es posible por la continua presencia de grandes estratos de conglomerado que cortan la progresión, como se ve en esta fotografía.

La Sella alineada con la magnífica Punta dels Pins Carrassers, la montaña más bella de todo el Montsant en la opinión de un servidor.

Aunque los Ventadors no se ven, sí que se ve la cresta bajo la cual surge esta espectaculares formaciones rocosas.

Entre el Barranc dels Pèlags y el de Vidalbar aparece el gran roquedo del Paller.

Seguimos el camino por el que veníamos andando y que se dirige al Grau de l'Euga. Tras esquivar una primera cota, llegamos a la base de la Punta de Mònecs, una cota muy secundaria. El sendero la empieza a esquivar por la izquierda.

 Cuando vemos que el terreno hacia la cumbre se despeja de carrasca, empezamos a subir por la ladera rocosa y no tardamos casi nada en llegar a la Punta de Mònecs.

Lo mejor de esta secundaria cota es la visión sobre el tramo bajo del Congost de Fraguerau, con los últimos meandros del Riu Montsant esquivando las agrestes estribaciones de las sierras que horada.

Los mil y un estratos de conglomerado de la Serra de la Llena.

Hacia el otro lado, la dirección que deberemos tomar ahora, con la omnipresente Punta dels Pins Carrassers y...

...las dos primeras cotas de la Sella, pudiendo ver ya el desplome de la segunda. Una montaña realmente peculiar.

En las partes bajas del barranco, algunas rocas muestran formas bien curiosas, como esta formación partida por una inmensa raja con bloques empotrados.

Volvemos a la bifurcación, donde se inicia el sendero hacia la Sella, señalado por este hito, en un camino mucho menos transitado que el del Grau de l'Euga.

Espectaculares púlpitos rocosos jalonan la vertiente de la Llena de Fraguerau.

A diferencia de la vertiente de la Serra de la Llena, donde predominan sinuosas murallas, la vertiente del Montsant del desfiladero destaca mucho más por la presencia de grandes paredes rocosas.

Empezamos a avanzar por la arista SE, con la Sella delante, pasando primero bajo una balma.

Llegamos a un puente de conglomerado, que nos lleva a los pies de nuestra próxima cumbre.

Aunque el sendero la esquiva por la izquierda, un trazo se dirige directamente a la Sella, por terreno bastante sucio y descompuesto.

Cuando llegamos a la pared de la primera cota, la esquivamos por la derecha para encontrar un sitio menos vertical para trepar, ascendiendo a la primera de las tres grandes bolas de conglomerado que forman la Sella. La segunda está a tiro de piedra, apenas bajamos unos metros para ascender los que hemos perdido y alguno más para llegar a la cota central y principal de la aguda Sella.

Un paisaje que parece sacado de una acuarela se muestra hacia el este, dirección que tomaremos tras bajar de la Sella.

Los paisajes del Montsant son muy diferentes a lo que uno acostumbra a ver haciendo montaña.

Tras descender un muro vertical pero ayudados por las piedras que salen del conglomerado, empezamos a subir la tercera cota de la Sella. El ascenso es similar pero al subir es mucho más sencillo.

Desde la tercera cota tenemos esta impresionante vista de la cumbre de la Sella, con una pared tremenda.
Toboganes de hierba y conglomerado nos llevarían directamente al Riu Montsant, cuyas aguas recorren mansamente el Congost de Fraguerau 300 metros por debajo de nuestra posición.
El retorno por las cotas de la Sella es más sencilla y no tardamos en plantarnos de nuevo en el senderillo que rodea las cotas de la Sella por el norte, que no dura mucho porque se difumina entre los arbustos, aunque el terreno sigue siendo relativamente cómodo y la dirección clara. Tenemos que seguir hasta casi el final de la arista, siguiendo los hitos, que son muy útiles en este laberinto.

Dejamos atrás las tres cotas de la Sella, poco atractivas desde aquí a diferencia de la otra cara.

Cuando estamos llegando al final de la ancha arista y nos acercamos a los roquedos que protegen todos los bordes de la loma, empezamos a girar hacia la derecha, para dirigirnos a una canal que baja entre dos grandes paredes y con la Cadira, formación rocosa donde tenemos que llegar, al fondo de la misma.

El tubo desemboca en un entorno brutalmente aéreo, y vemos cortes más abajo que nos impiden continuar por él. La Cadira, la curiosa estructura rocosa que penetra en Fraguerau y que vemos en el centro de la foto, es nuestro objetivo, pero el camino hacia ella es tortuoso.

Primero los hitos nos desvían hacia la derecha, siguiendo una vira por encima de la pared.

Llegamos a un nuevo tubo, bastante vertical pero factible. Los hitos nos conminan a descender por el mismo.

Empezamos a bajar por la canal, ayudados por la densa vegetación, ya que el terreno está lleno de piedrecilla.

El terreno es muy confuso y a veces nos cuesta encontrar los hitos, lo que nos hace perder algo de tiempo en buscar el mejor camino para descender los 100 metros que nos quedan hasta la Cadira, cuya pared desplazada sobre el desfiladero nos sirve de guía.

El entorno es sumamente vertical y laberíntico, rodeados de estratos de conglomerado y grandes paredes.

Ahora tenemos que bajar por esta ladera boscosa, para ir a buscar la balma que queda en la parte derecha de la foto.

Para llegar a ella tenemos que ir por encima de varios toboganes, siempre con mucho cuidado.

Los hitos son escasos, pero certeros, y siempre que los encontramos nos dan el alivio de saber que vamos por el buen camino.

Bajo la Punta dels Pins Carrassers, que cada vez se ve más inmensa, aparecen mil agujas, a cada cual más bella. Pero las que se llevan la palma son el Bisbe y el Formatge, torreones de conglomerado que controlan el desfiladero.
Bajando por una ladera boscosa y atravesando varios toboganes más, llegamos por fin al inicio de la cresta de la Cadira, justo antes de que la pared cambie de dirección y entre en el Racó de Sant Bartomeu.


Cruzando los últimos toboganes, siempre con mucho cuidado de no dar un resbalón que nos harían pegarnos un chapuzón en el Riu Montsant.

 Los hitos nos hacen seguir por la vira que hay bajo la pared e internarnos en el valle de la ermita, pero antes visitaremos la gran roca. Siguiendo un pasillo rocoso lo suficientemente ancho como para no sufrir pero lo suficientemente estrecho como para palpar el vacío que nos rodea, vamos avanzando hacia la cumbre, teniendo que poner la mano en la roca en un par de ocasiones más por tranquilidad que per otra cosa.

Llegamos finalmente al punto más lejano de la Cadira, antes de que se bifurque en dos brazos a los que ya es demasiado arriesgado llegar por la verticalidad de las pendientes.

 Estamos en un lugar verdaderamente espectacular, en medio de la gran pared que protege todo el Congost de Fraguerau mientras vemos como el tortuoso Riu Montsant recorre tranquilamente el desfiladero.

Más allá del brazo izquierdo de la Cadira, las chepas de lo Camell y las infinitas paredes de Fraguerau en segundo plano.

Hacia el oeste, los Pontarrons, otra de las maravillas de Fraguerau.

El Racó de Sant Bartomeu queda camuflado por el laberinto mineral que se desprende hacia el norte. La ermita, que no se ve, queda bajo el muro anaranjado que se ve en el centro de la foto.

Desandamos el camino hacia la Cadira, no apto para gente con vértigo (aunque esto se podría decir de toda la ruta).

Ahora toca entrar en el Racó de Sant Bartomeu, buscando el mejor paso para bajar a su fondo, lo que no va a ser fácil puesto que casi todo el barranco está rodeado de pared.

 Empezamos rodeando un gran tobogán como los que veníamos cruzando hasta ahora. El terreno se ha complicado notablemente puesto que hemos entrado en la umbría y esto en invierno significa que hay presencia de hielo, por lo que el riesgo de resbalón aumenta notablemente. Así nuestro avance se retrasa, vigilando nuestros pasos constantemente para evitar un traspiés que podría resultar fatal. Así, evitando pisar roca siempre que podemos, vamos rodeando el tubo.

El gran tobogán que hemos cruzado, bastante expuesto, más aún con las condiciones que nos encontramos.

La Cadira destaca más bien poco frente a la gran cumbre que se encuentra al otro lado del desfiladero.

  Al otro lado del tobogán nos espera una ancha canal boscosa, a la que tenemos que descender obligatoriamente por la roca. Afortunadamente la pendiente es menor, por lo que poniendo el culo en el suelo y con mucho cuidado, vamos descendiendo por el conglomerado hasta llegar al bosque. Se puede observar lo mojada que está la roca, que la convierte en una pista de hielo.

Perdemos unos cuantos metros de altura por la canal hasta que los hitos nos hacen volver a entrar en una vira, bastante estrecha y baja.

La vira va bajo una balma colgada en la pared. Para estar más seguros, vamos medio agachados por la parte más interior. Afortunadamente, ya estamos llegando: vemos la ermita de Sant Bartomeu al otro lado del último barranco a cruzar.

Esta es la pinta del último barranco, que es el que baja de la Sella y que hemos visto desde arriba.

Nos hemos plantado bajo la gran pared anaranjada que hemos visto a lo lejos y que tiene unas imponentes viseras.

Llegamos al centro del barranco, pero aún no podemos acceder a él, ya que el terreno es aún muy vertical.

Mirando atrás, vemos la vira por la que hemos llegado hasta aquí. 

Tras cruzar este pequeño túnel entre los grandes bloques que hay en el fondo del barranco, debemos abandonar la vira y entrar en el bosque que hay en el fondo del barranco, utilizando una corta pared vertical que se puede destrepar y que queda bastante escondida. Si seguimos por la vira veremos como se estrecha mucho y no tiene salida. 


Al llegar al bosque, recuperamos el sendero y cruzamos una última balma.

El sendero nos deja en la casa del ermitaño, situada en un lugar que no necesita techo.

Ya en terreno amigable, en breve llegamos a la ermita de Sant Bartomeu de Fraguerau. Una vez en la ermita, respiramos tranquilos, puesto que se han acabado las dificultades. Para saber más de como llegar a la ermita de Sant Bartomeu desde Ulldemolins y observar mejor su entorno, recomiendo entrar en la reseña de la ruta que hice por el interior del desfiladero de Fraguerau.

 Tras descansar un rato en el bello entorno de Sant Bartomeu de Fraguerau, empezamos el retorno hasta la Venta de Llena, en un constante ascenso por el GR 65.5, que sale detrás de la ermita y comienza el ascenso por el estrecho valle, utilizando primero un corto pero estrecho desfiladero.

Atrás queda el laberinto de Fraguerau y sus caprichosas formas. A pesar de tener el Sol de cara se pueden distinguir perfectamente los tres cambios de vertiente que hemos realizado desde la Cadira, que quedan en una misma línea vertical. El primero queda resaltado con el cielo, bajo la gran roca del fondo. El segundo, realizado tras el tobogán queda a la derecha de la gran roca de la izquierda de la foto, viéndose la línea anaranjada de la vira. El tercero y último está en la parte inferior de la foto, rodeando la bola de conglomerado y yendo bajo la balma.

El sendero nos hace atravesar un corto túnel en ascenso, bajo un bonito techo. Tras este paso, el terreno se suaviza notablemente. 

Ahora atravesamos un frondoso bosque, mientras vamos abandonando el reino mineral de Fraguerau.

El sendero va hasta el fondo de este vallecito para luego empezar a subir por la pendiente de la derecha.

Llegados al final del vallecito, el camino comienza un fuerte ascenso por la ladera derecha, primero bajo una pared y luego trazando lazadas.

El Sol está juguetón y se esconde constantemente, lo que nos permite tener vistas como esta, con las tres cotas de la Sella fuertemente contrastadas con el Montsant de fondo.

Llegamos a la pista del Mas de l'Esclauet y la seguimos un corto trecho.

Rápidamente el sendero la abandona para encarar directamente la Serra de la Llena.

Abajo queda el Congost de Fraguerau, cuyo laberinto ya se ha escondido en las profundidades del Riu Montsant. Sin embargo, aún podemos ver la Sella y su singular cumbre.

Lo que no hemos perdido de vista en ningún momento es la Punta dels Pins Carrassers, que nos ha servido de guía en toda la excursión.

Acercándonos a la carretera que cruza la Serra de la Llena.

El día invernal es corto y se nota, puesto que la luz ya va en retroceso.

El sendero desemboca directamente en la carretera, pero por fortuna, hay un camino que avanza a su lado.

Tras unos minutos de andadura por la carretera cerramos esta preciosa circular de nuevo en el Hostalet de la Serra o la Venta.