Puiggraciós (808 m), Cingles de Bertí y la Trona (806 m) desde Montmany

Por los rincones más salvajes de los Cingles de Bertí

Las paredes de los Cingles de Bertí

El Moianés se levanta sobre un prominente altiplano que separa las depresiones del Bages, de Osona y del Vallés. La parte oriental y meridional de este altiplano está defendida por desfiladeros que en ocasiones son de un tamaño notable y que marcan la frontera entre el altamente urbanizado Vallés Oriental y el valle del Riu Congost con la mucho más solitaria parte alta.

El accidente geográfico más relevante de esta zona son los Cingles de Bertí. Arrancando desde Riells del Fai, los Cingles llegan hasta el valle del Riu Congost, donde giran 90 grados hacia el norte para entrar en la Plana d'Osona, donde las paredes van perdiendo importancia hasta desaparecer. Seguramente el lugar más visitado de este bonito macizo sea Sant Miquel del Fai, un precioso monasterio ubicado en lo alto de un circo rocoso con varias cascadas, con el permiso del prominente pitón rocoso del Turó de les Onze Hores.

Sin embargo, hay otros rincones igual de bonitos que igual quedan un poco alejados de lo habitual, aunque siguen siendo bastante transitados. En esta reseña se pretende conocer el vértice donde los Cingles de Bertí cambian de dirección, ascendiendo al Puiggraciós, cumbre separada del macizo y que nos dará una buena perspectiva del mismo. Bajando de los desfiladeros por la Trona, un aislado torreón desprendido de la pared, aparte de visitar las igual de preciosas formaciones de los barrancos que caen sobre el riu Congost, donde hay impresionantes agujas como la del Tap de Xampany.

Ficha técnica

Desnivel: 700 m

Longitud: 14,3 km

Altura mínima: 490 m

Altura máxima: 860 m

Dificultad técnica: Nula. La ruta siempre va por senderos más o menos bien indicados.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

Salimos del antiguo pueblo de Montmany, casi despoblado actualmente. Con un poco de cuidado, se puede dejar el coche en la parte más alta del pueblo, donde hay un arcén algo más ancho. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pinchando a este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

Desde la parte más alta de Montmany, empezamos a andar por una pista privada, con los Cingles de Bertí dominando las alturas.

Pasamos por la ermita en ruinas de Sant Pau de Montmany, adosada a una casa en no mucho mejor estado.

Dejamos la pista en pos de un atajo que aparece a mano izquierda y que acorta algo el recorrido por la pista.

El principio de la subida no es muy claro pero la dirección sí. Tenemos que subir por estos prados y bosques en línea recta, sin desviarnos.

Algo más arriba, el sendero se aclara y nos facilita el ascenso.

No tardamos en llegar de nuevo a la pista, ahora hacia el este. No la abandonaremos hasta el mismo santuario.

La proa del Puiggiró marca el vértice de los Cingles de Bertí antes de girar hacia el norte (o hacia el oeste, dependiendo de la perspectiva). 

La pista mejora a medida de que vamos acercándonos al Santuari de Puiggraciós.
El santuari de Puiggraciós, del siglo XVIII, adosado a su hostería, a la que llega una carretera.

Siguiendo un camino marcado que sigue la cresta oriental, llegamos rápidamente a la torre del Puiggraciós, un magnífico mirador del Vallés en días más agradables, a diferencia de este, en el que la lluvia hace presencia a ratos.
Empezamos yendo por la pista de tierra que sale justo al lado del santuario hacia el norte y que va entre encinas.

Rápidamente la abandonamos por un camino que cruza el bosque.

Este camino se une al principal, que sale algo más adelante de la pista que hemos abandonado. La subida es intensa pero corta.

Llegamos al poblado ibérico, unos 10 metros más bajo de la cumbre y que el camino atraviesa. Sorprende lo desprotegidas que están las excavaciones.

Mirando atrás se puede ver la arista este del Puiggraciós, por la que hemos llegado a la cumbre, con el santuario y la torre 100 metros por debajo. Como se puede observar, la visibilidad es muy pobre.

Cumbre del Puiggraciós, ocupada por una torre de vigilancia forestal. Como estamos inmersos en una nube, no vemos absolutamente nada, por lo que abandonamos rápidamente la cima siguiendo el camino.

Nos encontramos con este cartel, que nos dice que el camino que llevamos siguiendo no tiene salida, y nos conmina a abandonarlo por un sendero que mantiene la altura y que va hacia el este. Como no nos parece que tenga mucho sentido, seguimos por el camino, lo que probará ser un error puesto que nos encontramos con una valla (ya que hay una casa en medio de la pista) y tendremos que bajar bosque a través sin camino por terreno muy empinado y sucio.

Tras el incómodo descenso sin sendero, llegamos a la pista que nos llevará al Coll de Can Tripeta.

Al otro lado del collado nos espera el Puiggiró, el vértice de los Cingles de Bertí. Se puede observar la pista que avanza hacia su pared y que la supera por el Grau Mercader, paso por el que entraremos en la meseta.

Llegamos al Coll de Can Tripeta y empezamos a avanzar hacia la pared.

Hacia el oeste, los Cingles de Bertí se dirigen hacia Riells del Fai.

La pista llega hasta la base de la bonita proa del Puiggiró...

...para luego girar hacia la pared y atravesarla por el medio mediante una vira lo suficientemente ancha como para que pase la pista.

Parece que el día va mejorando. Atrás queda el Puiggraciós, con su típica forma triangular. A la derecha vemos la casa que hemos tenido que esquivar por el bosque y, debajo de la cumbre, el Coll de Can Tripeta.

La pista se va acercando al Grau Mercader, mientras vamos dejando el grueso de las paredes abajo.

Tras pasar gracias al Grau Mercader al interior del macizo, la pista principal se dirige al Grau de Montmany. Nosotros tomamos el desvío que se inicia en el cartel que se ve en la foto.

Siguiendo ahora marcas de PR, el camino baja hasta el fondo del Torrent del Traver, que vadeamos, y luego sube por un camino empedrado.

Tras subir un rato por el bosque, el PR nos deja justo delante del precioso Castell de Bertí o el Clascar, que aunque no lo parezca, es del siglo pasado, en un intento de medievalizar una masía que se quedo a medio hacer.
Tomando la pista que llega al Clascar, atravesamos un bosque y, tras unirnos a la pista que viene de Bertí, vamos en dirección al Serrat de les Escorces, cuya base vemos delante y que tendremos que rodear por la derecha.

El día sigue bastante nublado, apenas pudiendo ver el Pic del Vent, otra de las montañas que rodean el Vallés.

Seguimos la pista hasta que el GR y un indicador nos hacen abandonarla, para empezar el largo camino hasta la Trona...

...cuyo gran diente desgajado de la pared vemos aún lejano.

El sendero va descendiendo gradualmente, en una bonita travesía cerca de la pared de los Cingles de Bertí, que intuimos a nuestra derecha.

Poco a poco nos vamos acercando a la Trona. El descenso por su Grau se realiza por el lado contrario.

Aunque a veces aparezcan senderos, las marcas de GR siempre nos despejarán las dudas.

Cuando llegamos al inicio de los Camps de Bellavista, solo hará falta subir hasta su parte alta, que se ve en la parte izquierda superior de la foto para empezar el descenso por el Grau de la Trona.

Atrás dejamos la parte que hemos recorrido de los Cingles de Bertí, con el Serrat de les Escorces en primer plano y el nuboso Puiggraciós en el horizonte.

Tras subir por els Camps de Bellavista, llegamos a la altura del Rajadell, esta masía que vemos al otro lado del campo.
Justo en este punto abandonaremos el GR para cruzar esta línea de árboles que tenemos en la derecha: es el inicio del Grau de la Trona.

Un senderillo se abre a la derecha entre dos árboles. El cartel que se encuentra al principio nos indica el inicio de la bajada por el Grau de la Trona.

El mogote de la Trona queda 50 metros por debajo del inicio del grau homónimo. 

El sendero se acerca momentáneamente a la gran pared de la derecha para llegar al collado que nos separa de la Trona.

Esta zona de placas marcadas con una cruz marcan el inicio del senderillo hacia la cumbre de la Trona, a la que nos desviamos.

Vale la pena este desvío, puesto que desde la cumbre de la Trona tenemos las mejores vistas de toda la jornada como estas del Puiggraciós, con los prados de Montmany, que quedan en línea con la Torre del Puiggraciós, apenas apareciendo tras la Serra de la Cospinera.

Más de 100 metros verticales por debajo, el Coll de Pedradreta, por el que descenderemos al profundo barranco del Salt del Prat donde volveremos a ascender para...
...empezar el largo rodeo al Serrat de la Cospinera, último paso antes de llegar a Montmany y finalizar la ruta de hoy.

Los Cingles de Bertí en su parte oriental, en una de las vistas clásicas de estos desfiladeros. Las nubes le dan un bonito toque a las rojizas paredes.

Tras esta visita, volvemos al PR, con el que bajamos el Grau de la Trona y, tras la primera parte de fuerte descenso, gira hacia el sur para...

...volver a colocarse en su vertical cara meridional.

El sendero nos conduce a una pista, por la que empezamos a descender en dirección al collado de Pedradreta.

Llegamos al collado de Pedradreta, donde hay un puntiagudo hito.
En el mismo collado, un sendero empieza a bajar por la ladera boscosa que cae hacia el sur, en busca del profundo Torrent del Bosc Negre.

Tras cruzar una primera pista, el sendero sigue por el lado de un prado.

En este prado tenemos unas privilegiadas vistas del circo que finaliza en la Trona, en la parte derecha de la foto...

...y de la parte recorrida de los Cingles de Bertí, bajo el alargado Serrat de les Escorces.

Encontramos una segunda pista tras la cual el sendero sigue, algo escondido en su inicio, entre la densa vegetación que cubre el fondo del Torrent del Bosc Negre.

Cruzamos el Torrent, que lleva muy poca agua y que unos metros más adelante de este punto...

...se desploma en el espectacular Salt del Prat. En este bonito paraje, la torrentera entra en un desfiladero con espectaculares paredes encajonando el río y con impresionantes agujas separadas de estas paredes formando torreones de una altura que puede llegar a superar los 20 metros, algo bastante inusual en esta zona.

Lo más bonito del Salt del Prat son las grandes agujas que pueblan su cara norte, como estas dos, llamadas Les Dues Germanes.

Algo más adelante, abandonamos el PR (que baja por el fondo del Torrent) por este sendero señalado con cruces al principio. Este camino bordea toda la Serra de la Cospinera cerca de su pared norte mientras la muralla se va abriendo hacia el sur a medida que el Torrent del Bosc Negre se abre cada vez más.

Tras un rato de ascenso llegamos a la aguja más espectacular de la jornada, el Tap de Xampany.  Esta prodigiosa torre rocosa se asemeja a un tapón de los que cierran las botellas de champán por su abombamiento en la parte superior y una doble roca que tiene en lo más alto, donde se aprecian las instalaciones para escalarla. Un buen saltador de longitud podría llegar sin problemas a la parte alta de la aguja, pues queda a apenas tres o cuatro metros de distancia pero si falla...

Acercándonos al borde de la pared, donde hay instalaciones de rápel para bajar al bosque, se puede ver como la torre está completamente separada del muro, teniendo una altura de algo más de 20 metros. 

Cerca del Turó de la Cospinera miramos atrás para ver lo que hemos recorrido desde la Trona; una buena pateada.

Llegamos a la ancha pista que rodea la Serra de la Cospinera.

Desde la pista, vista del sendero que hemos utilizado para llegar hasta aquí desde el Salt del Prat.

Ya solo quedará rodear la Serra de la Cospinera, ahora por el sur, para llegar a Montmany, cuyas casas vemos bajo el Coll de Can Tripeta.

El descenso se hace más ameno con estas vistas sobre los Cingles de Bertí.

La pista desemboca en la carretera justo en el desvío hacia el club de tenis Montmany. Ahora solo quedará seguir la carretera hasta las casas de Montmany.

La voluminosa Serra de la Cospinera, que hemos tenido que rodear completamente.

Llegamos finalmente a Montmany, donde damos por finalizada esta ruta por los Cingles de Bertí y sus singulares y diversos parajes.