Tuca de la Glera (2.496 m) desde Gorgutes

La cumbre más olvidada de Gorgutes

La Tuca de la Glera desde la parte alta de Gorgutes

La Tuca de la Glera es la cumbre más baja de todo el cordal fronterizo en el Valle de Benasque. Su modesta altura hace que desde todas las cumbres de alrededor pase totalmente desapercibida y quede relegada a un discreto olvido en uno de los lugares con más afluencia de montañeros y senderistas de todo el Pirineo como es el final del Valle de Benasque y sus valles afluentes. Se trata de una de las montañas menos ascendidas de toda la zona, encontrando apenas dos o tres reseñas de acceso a la cumbre, cosa entendible puesto que a la poca relevancia de la cumbre, rodeada de montañas de mucho mayor altura y sencillez, se le suma la apariencia inaccesible de esta montaña, con vías muy poco intuitivas.

Situada en el centro del valle colgante de Gorgutes, la cara española de la montaña es una ancha pared negra y y rota que surge abruptamente por encima de los idílicos prados de Gorgutes. La cara francesa es una infame pedrera casi vertical atravesada por varios espolones de roca metamórfica. Aunque la vía española de ascenso es una trepada constante, con algún paso de dificultad (III grado), probablemente sea más segura (y de hecho es la que se utiliza en las pocas reseñas que existen de esta montaña) que la vía francesa, que asciende por la peligrosa y muy inestable pedrera y en la que también hay pasos de trepada, aunque más sencillos. En esta reseña se detalla el ascenso por la vía francesa, aunque viniendo por Gorgutes.

Ficha técnica

Desnivel: 800 m

Longitud: 6,8 km

Altura máxima: 2.496 m

Altura mínima: 1.780 m

Dificultad técnica: Un paso corto de II+ sin mucha exposición en el acceso a la canal somital. Pasos de I-II en la corta canal somital y en la trepada por la cara norte. La pedrera de la cara norte es muy inestable y descompuesta, y la caída de rocas, algunas de tamaño notable, está asegurada, lo que obliga el uso del casco. Vía bastante peligrosa, no por las trepadas sino por lo delicado del terreno.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El inicio de esta ascensión es el final de la carretera del Valle de Benasque, pasado el desvío al Hospital de Benasque. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Iniciamos la ruta siguiendo el trilladísimo sendero de Gorgutes. El primer tramo a Gorgutes es el más empinado y boscoso, despejándose progresivamente a medida que nos vamos acercando al valle.

Tras subir por el bosque, el camino va entrando en el valle colgado de Gorgutes mediante una larga diagonal, con sus pastos bajo las paredes del Pic de la Montañeta.

Entrados ya en Gorgutes, nos acercamos a la pared que cierra la parte inferior del valle y por la que cae la cascada que desagua del Ibón de Gorgutes, que está en la parte superior de la muralla.

Cruzamos el Barranco de Gorgutes por un puente, aunque se puede vadear por varios sitios. Después el sendero traza una larga diagonal en dirección al Pico de la Montañeta para, una vez superada la pared, volver a girar hacia Gorgutes.

Desde Gorgutes se tiene una de las más conocidas vistas del Valle de Benasque: la parte occidental de las Maladetas por encima de las Tres Hermanas de Paderna.

Tras superar la pared del circo, nos plantamos en la parte superior de Gorgutes, ya directamente bajo las cumbres del valle, como la Tuca de la Glera.

Giramos a la izquierda para acercarnos al Ibón de Gorgutes mientras vamos superando distintas cotas en varios subibajas, ya bajo la oscura masa de la Tuca de la Glera, la cual tenemos que rodear completamente por el oeste. Al fondo, el Malh Pintrat y las agujas de Estauas, las dos principales cumbres de Gorgutes.

Detalle de la cara sur de la Tuca de la Glera, dominada por una oscura y vertical pared negra. La principal vía de ascenso por esta cara va por el espolón que se ve a la izquierda, aprovechando viras herbosas.

Terminada la travesía bajo la cara meridional de nuestra cumbre, el sendero gira hacia el norte para...

...llegar al Ibón de Gorgutes, con el Puerto de la Glera, que vemos tras la sombra de la cresta occidental de nuestra montaña, muy cercano.

Finalmente llegamos al Puerto de la Glera, uno de los pasos claves de España con Francia, puesto que es el collado más bajo entre Aragón y el país vecino hasta el lejano Puerto de Bujaruelo. Aquí termina nuestra aproximación.


Croquis del ascenso por la cara norte de la Tuca de la Glera, una pedrera metamórfica de 200 metros de desnivel muy empinada e inestable. El ascenso por la pedrera, aunque teóricamente más sencillo, es una ruta a evitar por lo extrema descomposición de la misma. Por ello, la ruta que seguí intenta ascender por terreno de trepada lo más que se pueda, pues aunque la roca es mala da más seguridad que la pedrera.

Desde el puerto, un camino desciende hasta las profundidades del Valle de Luchon. Primero salva la pared que protege el collado mediante zigzags soportados por muros artificiales.

El camino, una vez descendida la pared, entra en la erguida pedrera para descender con rapidez.

Pero nosotros abandonamos la placidez del camino y entramos en el infierno. Empezamos el ascenso por la pedrera, de piedra mediana pero extremadamente inestable, perdiendo el equilibrio a cada paso mientras a nuestros pies las piedras caen con estrépito hasta el fondo de la vaguada, lo que provoca miradas curiosas de los que están en el Puerto de la Glera.

Vamos ascendiendo penosamente por los sitios menos verticales de la pedrera, que los hay con una clara dirección: la canal entre el gran espolón de la izquierda y la pared de la derecha.

Atrás queda el Puerto de la Glera y el camino abierto a la pared para poder acceder a él.

Vamos parando a menudo, para descansar los gemelos castigados por esta subida. A nuestra espalda, se ven magníficamente las montañas del Baix Aran, con el panorámico Còth de Baretja en primer plano.

Cada vez que vemos un trazo de hierba o una roca de entre la tartera, la aprovechamos para ganar unos metros cómodamente.

Como estamos hartos de la pedrera, decidimos pegarnos al muro de la izquierda para poder trepar y evitar el fondo del tubo, cada vez más vertical.

Entre la pared y el tubo hay unas viras rocosas que aprovechamos para ganar altura. Son igual de verticales y cubiertas de piedrecilla, pero son más fáciles de transitar.

La vira se estrecha unos metros más arriba pero sin ser de gran dificultad.

De repente, la pared de la izquierda cede y nos permite escapar del tubo trepando por el descompuesto muro. Los pasos no son difíciles (II) pero se tiene que vigilar mucho con la calidad de la roca, pues en ocasiones se te queda en las manos o el apoyo del pie cede.

Abajo queda el vistoso espolón situado a media pared y que es una buena referencia de bajada.

A la vista de la corona de roca que marca la cumbre y una vez superada la trepada, nos acercamos a la base de la pared por terreno bastante más llano. De repente nos encontramos con un extenso rellano rocoso situado bajo la cresta.

Desde el rellano, la cumbre se ve como un penacho rocoso de unos 10 metros de altura bastante vertical y cortado por una estrecha canal. La base de la canal es un murete algo complicado de hollar por lo que es preferible ir a la izquierda del mismo...

...y trepar en diagonal cuando el murete ya está más tumbado, en un paso con bastante exposición (II+) que afortunadamente es corto.

Una vez superado el murete, estaremos ya dentro de la canal, con bastante hierba y muy erguida (pasos de II).

Superados los 10 metros de canal llegamos a la afilada cumbre de la Tuca de la Glera donde sorprendentemente hay un hito que no me esperaba encontrar. Tras el hito y la ancha muralla del Pico de la Montañeta aparece, oscura y terrible...
...la brutal pirámide del Salvaguardia, uno de las grandes.

En la otra dirección, la afilada cresta de la Tuca de la Glera cae hacia el Ibón de Gorgutes y el Puerto de la Glera, que se intuyen. Al otro lado del valle, sus grandes cumbres: el colorido Malh Pintrat y las negras agujas del Estauas.


Hacia el sur, el valle de Benasque se acerca a su final rodeando las Maladetas por el norte.

Desde la cumbre se aprecia la verticalidad hacia el norte, con el espolón destacando en la erguida cara septentrional de la Glera.

Finalmente, hacia el norte, el valle de Luchon, a mucha menor altura que los valles españoles sigue su camino hacia el país vecino rodeado de amables y herbosas montañas. A la izquierda y muy cercana, la estación de Superbagneres.

Las paredes de la Glera son utilizadas por numerosas bandadas de buitres para anidar, como uno mismo que sorprendimos en la misma cima y que alzó rápidamente el vuelo.


Para descender observamos como hacia el este la cresta es muy sencilla, detalle que no observamos en la subida. Así pues, bajamos por la afilada pero accesible cresta hasta que a la que podemos descendemos al rellano rocoso situado al norte de la cumbre.
Antes de descender por la cresta oriental nos despedimos de la solitaria cumbre de la Tuca de la Glera, que volvemos a ceder a los buitres.

Descendemos de nuevo hacia el espolón por las viras ya que la parte alta del tubo es tierra suelta que imposibilita la bajada.

En vez de desviarnos por la pedrera, preferimos bajar unos metros más por el cómodo terreno que precede al espolón, el cual resulta ser una bonita aguja separada del terreno por una brechita. Ahora sí, empezamos la diagonal por la pedrera en dirección al Puerto de la Glera. Obsérvese en la parte inferior derecha de la foto la roca desplomada con algo de hierba a sus pies. Por ahí hemos subido y por ahí bajaremos.


Aunque pueda parecer lo contrario, la bajada por la pedrera es igual de mala que la subida ya que la piedra es demasiado grande como para poder resbalar por ella y demasiado pequeña para evitar que se hunda el terreno bajo tus pies. Por ello, la bajada también se hizo muy pesada y peligrosa. Afortunadamente, no hay mal que cien años dure y llegamos finalmente al camino, con el Puerto de la Glera unos 50 metros por encima.

Y ya en cómodo camino, retornamos a nuestro país por el apacible valle de Gorgutes, tras la satisfacción de haber ascendido, no sin esfuerzo y sufrimiento, a una de las cumbres menos conocidas de la cordillera.