Burroyo (2.225 m) desde Cerler

La montaña que defiende Cerler

El Burroyo por encima de las casas de Cerler

Cerler, el pueblo más alto del Pirineo aragonés, está protegido por una mole en la que aparecen potentes roquedos entre los profundos bosques de pinos y abetos. Aunque pase desapercibida entre los montañeros que tienen mucho donde escoger en el valle donde se encuentra la flor y nata del Pirineo, se trata de una cumbre bonita y de acceso fácil desde el mismo pueblo.

Esta cumbre es el Burroyo y es el último apéndice de la Serra Negra, aunque aquí la tierra aquí ha perdido el tono oscuro que le da nombre. Grandes bosques pueblan sus empinadas laderas, incluso la misma cumbre, lo que limita las vistas de la misma. Sí que podremos disfrutar de las panorámicas desde el collado Burroyo y en el descenso hacia la pista de la Mina, pudiendo observar, aparte de las archiconocidas vistas sobre los macizos de la Maladeta, Perdiguero y Posets, la mejor vista posible del brutal abismo de la cara sur de las Tucas d’Ixeia, una de las montañas más bonitas del Pirineo.

Aunque la montaña no tenga en sí una gran relevancia montañera, su ascensión sirve como una bonita matinal desde Cerler, en una ruta donde el ascenso es más bonito por los frondosos bosques que se atraviesan que por las grandes panorámicas, que también las hay pero en puntos muy concretos de la ruta.

Ficha técnica

Desnivel: 700 m

Longitud: 10,6 km

Altura máxima: 2.225 m

Altura mínima: 1.540 m

Dificultad técnica: Nula.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El punto de inicio es el pueblo de Cerler, que queda colgado encima del Valle de Benasque. Se puede dejar el coche en los varios parkings del pueblo, e incluso se puede avanzar hasta el mismo inicio del Camino de la Mina. Calcula al ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

Desde el mismo pueblo de Cerler, que ya tiene unas vistas brutales, salimos por la pista que asciende por el pueblo en dirección al hotel que hay en su parte más alta.

Tras dejarlo de lado y ascender unos metros más, aparece un desvío a mano izquierda, ya sin asfaltar. Éste es el conocido como camino de la Mina, por la antigua instalación minera de pirita que se encuentra en las faldas del Burroyo.

La pista empieza a subir hacia la mina, dejando de lado el sendero que va de Cerler a las cascadas de Ardonés.

Tras una larga recta donde la pendiente es más pronunciada, la pista traza un zigzag. Enfrente, vemos la torre de telecomunicación situada poco después de la mina.

Este camino es uno de los más panorámicos y bonitos de todo el valle, al situarse a una buena altura sobre el mismo. Pero las mejores vistas son sobre la descomunal cara sur de las Tucas de Ixeia.
La pista va subiendo suavemente hasta que, tras una pronunciada curva, llega una parte más plana donde está situada la mina.
En un balcón sobre el valle hay un cartel informativo tras el cual se encuentra una pedregosa pendiente. En esta ladera hay unas pilonas de madera que formaban el antiguo teleférico en el que se cargaba el material, el cual se extraía ahí mismo, en una mina a cielo abierto que vemos al lado mismo de la pista.
Justo antes de todas estas infraestructuras, una pista mucho más degradada y estrecha aparece a mano derecha.

Tomándola, llegamos a la parte alta de la mina en un gran rellano, unos metros por encima de la pista principal. 

La parte superior de la mina desde arriba.
En el rellano aparece un senderillo que sube por la pizarra, pero que entra en el bosque rápidamente, marcándose con claridad. Este sendero ha sido habilitado recientemente pues es uno de las rutas BTT que se han ido trazando por el Valle de Benasque en los últimos años.
Este sendero sube con fuerza, dando lazadas para salvar con mayor comodidad la fuerte pendiente. En cualquier caso, el sendero es una auténtica delicia, ascendiendo por un precioso bosque que nos salvaguarda del intenso calor veraniego.

Poco a poco vamos ganando metros hasta que, de repente, la pendiente remite. Tras un corto tramo donde el ascenso es mucho más suave, llegamos a una sección totalmente llana. Es en este punto donde debemos buscar un caminito, mucho más estrecho y que se dirige al Collado Burroyo, nuestro siguiente objetivo.
Tras un rato más por el bosque, de repente el camino entra en una zona de praderas, por las que apenas ganamos altura mientras nos vamos acercando al tubo del Barranco Alto, entre el Burroyo y el Picalbo, que se ve a la derecha de la foto. El Collado Burroyo queda en la parte alta del barranco.

Desde estas praderas es obligatorio girarse para ver las vistas de las montañas del Ampriu y de Cerler, separadas por la gran pirámide del Pico de Cerler.

Ahora alternando tramos bastante suaves con algunos de muy empinados, y entrando el sendero en ocasiones en viras algo aéreas, vamos internándonos en el ancho pero inclinado tubo.

Pasados los 2000 metros de altura, ganaremos por fin el fondo del Barranco Alto, con el Collado Burroyo encima de nuestras cabezas.

El sendero cruza el barranco, con apenas agua, y gana altura por el otro lado, trazando lazadas para mitigar la fuerte pendiente.

Al otro lado del tubo, la cumbre del Burroyo, completamente cubierta por el pinar.

Cuando vemos que el sendero se desvía del barranco y empieza a dirigirse al Picalbo, abandonamos el camino para ascender directamente al collado.

Para ello, cruzamos de nuevo el cauce y subimos por las pendientes herbosas que nos separan de la divisoria.

Llegamos al collado, con la cumbre muy cercana.

Vista atrás sobre el Barranco Alto, pudiéndose apreciar el sendero que sube por el mismo y también el pueblo de Cerler, concretamente la estación, a la derecha de la foto.

Desde este collado, apenas nos quedan 50 metros de desnivel, primero ascendiendo por el prado y luego entrando en el bosque que defiende la cumbre del Burroyo.

Después de buscar un rato entre la llana cumbre y de esquivar varios árboles caídos, encontramos el pequeño hito que corona el Burroyo, que desgraciadamente solo tiene vistas hacia el macizo de Chía y el Cotiella.
Volvemos al collado con la Sierra Negra al fondo, más oscura de lo normal debido a las nubes que empiezan a aparecer.

La primera cumbre de consideración de la Sierra Negra es el amplísimo Pic d'Espacs, que tenemos cercano. En su parte más septentrional aparece imponente el Estatats, ya en Cregüeña.

Desde el collado empezamos a bajar en dirección noroeste, por un terreno un poco perdedor por la poca inclinación del mismo y la presencia de árboles que salpican la pradera. Debemos ganar la loma que limita el Barranco de Belarta por el este, que es donde se encuentra el camino que nos descenderá hasta la pista de la Mina de nuevo.

Al norte, la Plana Pomé destaca por su intenso verdor en medio de praderas y roquedos, con las montañas del fondo del valle en el horizonte.

Ya habiendo ganado el sendero y descendiendo hasta la pista de la Mina, miramos atrás para ver el ancho Burroyo, cubierto de bosque.
El último tramo del sendero va por dentro del bosque del Pinar de Belarta, muy frondoso.
Llegamos al fin al final de la pista de la Mina, desde la que emprenderemos la larga vuelta a Cerler. Desde el rellano que hay al final de la pista así se ve el inicio del sendero por el que hemos bajado desde el Collado Burroyo.

Nota: A partir de aquí las imágenes provienen de otra excursión realizada en invierno, pero la ruta es la misma.

Empezamos el descenso bajando hasta el Barranco de Belarta, con la mole boscosa del Burroyo enfrente.
Cruzamos el siempre caudaloso Barranco de Belarta.
Tras el barranco y una larga recta, la pista cambia de vertiente y pasa a la cara oeste del Burroyo, donde se encuentran los formidables paredones de la Coroneta Rasa.

Tras pasar por unos bancos, la pista pasa al lado de un muro antialudes.

Tras un tramo de bosque y algún sube y baja, volvemos al terreno despejado, cerca de la antena que habíamos visto al principio de la ruta.

Tras dejar de lado la antena de telecomunicaciones ya vemos la mina y los restos de teleférico donde hemos empezado la circular a una cumbre poco ascendida pero que, junto con el piramidal y famoso Pico de Cerler, forman un tándem indisoluble del bonito pueblo de Cerler.