Mola de Sant Honorat (1.067 m), Agulla del Corb (955 m) y Roca del Corb (995 m) desde Can Boix

El macizo más mágico del Alt Urgell: la maravilla conglomerada de Sant Honorat

Agulles del Corb y la Roca del Corb desde lo alto de la Mola de Sant Honorat

Existe en la parte baja del Alt Urgell, justo antes de entrar en el desfiladero del Segre, una pequeña maravilla que no es muy conocida en los círculos montañeros. Su baja altura y su situación un poco apartada han hecho que no sea un lugar muy frecuentado, aunque en estos últimos años está cambiando la situación debido a la presencia de una muy buena señalización recientemente colocada. Estoy hablando del macizo de Sant Honorat, que cuenta con apenas cuatro montañas pero muy individualizadas todas ellas: la Mola de Sant Honorat (el punto culminante de este macizo), la Rocadel Corb, l’Agulla del Corb i el Roc de Rumbau.

La característica que comparten todas estas montañas son las imponentes paredes de conglomerado que muestran en algunas o en todas sus vertientes, semejando este macizo una agrupación de fortalezas aparentemente inexpugnables pero que siempre tienen algún punto débil por donde podemos entrar y conquistarlas. En esta excursión pasaremos por 3 de las 4 montañas anteriormente mencionadas (dejaremos el Roc de Rumbau, el más visible desde el valle del Segre, para otra ocasión) para completar una ruta que no destaca por grandes panorámicas pero si por la delicada belleza de los profundos barrancos y las inmensas paredes de este pequeño macizo.

Ficha técnica

Desnivel: 800 m

Longitud: 11,3 km

Altura mínima: 580 m

Altura máxima: 1061 m

Dificultad técnica: I+ en el ascenso a la Roca del Corb.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El punto de inicio de esta excursión es el hotel de Can Boix, al que se puede llegar tomando una pista asfaltada que sale bien desde el pueblo de Peramola o bien desde la LV-5119 desde Tragó. A ambos pueblos se puede llegar fácilmente desde la C-14. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace a Google Maps.

Fotodescripción

Desde Can Boix, el frontón del Roc de Rumbau protege el macizo de Sant Honorat por la parte derecha.

Por la izquierda, hace lo propio el Roc de Nerola, con el paso homónimo en su parte más alejada.

Y hacia el frente, el corazón pétreo de Sant Honorat, por donde iremos andando dentro de un rato. Aparcamos el coche justo antes de llegar al hotel y empezamos a andar hacia el mismo.

Cruzamos el hotel por el centro y nos dirigimos a una pista detrás del hotel, desde donde nos encontramos con la primera bifurcación bien señalizada (como todo el recorrido). Recto nos iríamos a la Font Viva y a la Mola de Sant Honorat por el Roc del Rumbau, por donde volveríamos pero cogemos el sendero de la izquierda que va por el Grau de Porta, a la izquierda del imponente Roc de Nerola, hermano pequeño del Roc de Rumbau.

Nos dirigimos al Grau de Porta por un terreno muy frondoso, que afortunadamente es atravesado contundentemente por el sendero que hemos tomado.

Vamos acercándonos a las paredes del Roc de Nerola, señal de que también nos acercamos al Grau.

Tras unos pasos algo más escabrosos pero sin llegar a poner las manos en el suelo, llegamos al Grau de Porta.

Después de subir por un sendero, llegamos a un cruce de caminos donde tenemos la primera vista de nuestras cumbres de hoy, asomando sus caparazones de conglomerado por encima del bosque. Para acercarnos al macizo, tomamos la pista derecha.

El Roc del Cogul, último bastión ante la niebla que domina el valle del Segre y que va a ir avanzando inexorablemente hacia nosotros.

Seguimos por la pista obviando un desvío a la derecha y en poco rato llegamos a la misma pared de les Agulles del Corb, pero antes de acceder a las mismas nos desviaremos por un sendero a la izquierda para visitar la Casa del Corb, una espectacular casa que se halla en un abrigo en la pared (bauma en catalán) debajo de la Roca del Corb y que, al parecer, fue habitada hasta mediados del siglo pasado.

Pues parece que el Roc del Cogul ha perdido la batalla y la niebla empieza a avanzar.

El sendero rodea la Agulla del Corb y se acerca a la pared de la Roca del Corb.

La Casa del Corb es una edificación construida en el abrigo rocoso que hay debajo de la monumental Roca del Corb, habitada hasta principios del siglo XX. El techo de la casa, una pared de 70-80 metros lisa y anaranjada.

La casa es bastante grande y está separada por cortos muros, teniendo incluso un horno de pan en su interior. La resiliencia y adaptación de las gentes que habitaban estos lugares tan inhóspitos no dejan nunca de sorprender.

Tras abandonar la Casa del Corb y volver para el sendero, nos fijamos en la curiosa aguja que hay en la base de la Roca del Corb, que se asemeja a un tapón de champán.
 
Volvemos por el mismo camino, separándonos un momento de él para admirar el Forat del Corb (según reza en el cartel explorado por unos chavales de Peramola por primera vez) y rodeamos la Agulla del Corb por la derecha.

 Cuando estamos en su base oriental un cartel nos indicará el inicio de la subida hacia nuestra izquierda. Primero por bosque bajo, luego triscando por una pared un poco resbaladiza y luego ya subiendo por casi cualquier parte de la misma roca de conglomerado, bastante pendiente pero sin ofrecer problemas, en 15 minutos llegamos a la ancha y llana cima de la Agulla del Corb. Desde la cumbre vemos la segunda Agulla del Corb, un pilar de conglomerado inexpugnable, solo accesible para escaladores.

La cumbre de la Agulla del Corb más alta es alargada y totalmente llana. Esta cima también es llamada Sant Salvador para diferenciarla de la otra Agulla del Corb, que es mucho más aguja que esta. Y es llamada así por la presencia cerca de la cima de...

 ...la Ermita de Sant Salvador, en ruinas y en un paraje impresionante, colgada de la pared. Es considerada como la ermita más pequeña de Catalunya.

Al otro lado, la fortaleza de la Roca del Corb, que parece imposible de acceder por ningún sitio pero que sin embargo se puede acceder por el collado que la separa de la misma Agulla del Corb con ayuda de unas cadenas (inaccesible desde la Agulla, eso sí).
100 metros de pared vertical protegen casi la totalidad de la Roca del Corb. 
Y detrás nuestro, la máxima cota del lugar, la Mola de Sant Honorat, repleta de barrancos, toboganes y agujas, una montaña única. Para llegar a ella tendremos que dar toda la vuelta al Torrent de Rumbau y llegar a su loma sur, puesto que todas las otras caras son infranqueables.

Bajamos desandando el camino y seguimos la pista para llegar a nuestro siguiente objetivo. Llegamos al desvío hacia la Roca del Corb, en la curva de la pista.

En el desvío, marcado con pintura azul y un pequeño hito, seguimos un sendero que gana altura a través de un bosque hasta que se va encajonando entre las paredes de la Agulla y la Roca del Corb, finalizando en el collado divisor.

Desde allí, la pared que desde la Agulla parecía muy vertical ya no lo es tanto y subimos para arriba, sin llegar a poner las manos en el suelo hasta llegar a un primer murete, de un metro y medio aproximadamente, que se puede ascender con la ayuda de una cadena o bien se puede mirar otro paso más fácil para subir.

Una vez superado, seguimos la ascensión por la pared con la misma tónica hasta llegar a un segundo muro, también equipado con una cadena, con un ligero extraplomado pero quizás más fácil de superar. Un servidor prefirió ir hacia la derecha donde el muro cede un poco y es bastante más fácil de subir. 

Una vez arriba de este muro nos encontramos en la parte alta de la Roca del Corb, una gran llanura cubierta de hierba (cual patio de armas de un castillo) con la torre del homenaje o cumbre principal en el otro lado de dicha llanura. Mientras vamos andando hacia la cima observamos como la niebla ha avanzado definitivamente hacia el corazón del macizo, dejando solo visible la cumbre de la Mola de Sant Honorat.

La cumbre está protegida por una muralla arbustiva que superamos por donde podemos.

Cumbre de la Roca del Corb, con la mole de Aubenç detrás impidiendo toda la vista hacia el norte.

Sant Mamet y el Montsec de Rúbies al otro lado del Valle del Rialb, que está también cubierto por la niebla.
La ancha cumbre de la Roca del Corb. Al fondo, les Agulles del Corb: la larga, que hemos ascendido, en primer plano y la estrecha, detrás, que es la complicada.
Volvemos al otro extremo de la Roca del Corb, donde empezamos a descender hacia la brecha.

Una vez estamos en la pista de nuevo la seguimos hasta llegar al siguiente desvío, un sendero se va hacia nuestra derecha hasta el collado de Mu. Este collado es el que separa el sector del Corb, dominado por la Roca del Corb que tiene esta apariencia fantasmal...

...y el complejo sector de Sant Honorat donde nos internaremos ahora, representado aquí por la larga proa de la Roca Llarga.

Aquí tendremos que abandonar la comodidad de la pista e internarnos por un camino, siempre bien señalizado, que a veces transcurre por pasos algo aéreos. Primero empezamos dejando la Roca Llarga a nuestra izquierda.

Tenemos que vadear tres barrancos, teniendo que llegar hasta el fondo de los mismos en los tres. Primero superamos el que separa la Roca Llarga de la Roca Cònica, que vemos enfrente, con una pared totalmente horadada por la erosión.

La niebla ya cubre el Coll de Mu y la Roca Llarga, de donde venimos.

Entrando en el segundo barranco, vemos el cambio de vertiente al otro lado del mismo.

En este barranco baja algo de agua, permitiendo el crecimiento de algo de musgo en el hostil conglomerado.

Entrando en el tercer barranco y más profundo, el de Sant Honorat. De nuevo tenemos que cruzar al otro lado, donde nos espera el Paller Gros y el collado a donde tenemos que llegar para abandonar los tubos de Sant Honorat.

Este barranco es el más vertical y expuesto, por lo que conviene tener cuidado, a pesar de que el sendero lo supera bien, como siempre, por la parte superior.

El estrecho y profundo Barranc de Sant Honorat. Al fondo, la cumbre de la Mola de Sant Honorat.

Como se ve en esta foto, para poder atravesar el barranco tenemos que llegar hasta el fondo del mismo para encontrar un paso viable.

Desde el collado con el Paller Gros, vemos parte del complejo macizo de conglomerado, un auténtico laberinto.

Tras superar el sector de los tubos, el camino se difumina algo, y nosotros creemos ver como un sendero sube directamente hacia la cresta somital. Como la ruta que seguimos llega hasta el collado con el Roc de Rumbau, dando bastante vuelta, decidimos probar suerte y subir directamente hacia arriba. 

La Mola de Sant Honorat desde una perspectiva distinta a la que hemos visto hasta ahora.

Como suele suceder en estos casos, el atajo es más engorroso y lento que el rodeo. Después de media hora de dudas, magulladuras y lucha contra las ramas salimos a la pista que nos conduce a la parte alta de Sant Honorat.

El camino avanza primero por un bosque y luego supera una zona rocosa que se supera mejor con las manos en la roca pero que no reviste ninguna dificultad. Finalmente, se supera el último resalte rocoso utilizando un paso excavado en el conglomerado para entrar en la llanura somital. 

Siguiendo la tónica de las otras cumbres del macizo, la cumbre es totalmente llana, contrastando con la verticalidad de las paredes que la protegen. En el centro del Pla de Sant Honorat se encuentra la ermita que da nombre a la cumbre y al macizo, también semiderruida.

Sin embargo, vale la pena cruzar el Pla y dirigirse al punto más septentrional, al que se llega andando en unos minutos por el cómodo altiplano.

Y es que las vistas del mismo son espectaculares, empezando por la Serra d'Aubenç, que nos ha acompañado en toda la excursión y que limita la vista hacia el norte puesto que supera la altura de nuestra pequeña cumbre en 500 metros de altura con un formidable paredón.

Al otro del pantano de Oliana, el afilado Cogulló del Turp, la otra atalaya del Valle del Segre. Detrás, las montañas de Andorra y el Cadí.

Las lisas y verticales paredes del Roc de la Presó y de la propia Mola de Sant Honorat son impresionantes y reafirman la condición de montaña-fortaleza de este pico, puesto que en verdad parece inexpugnable tanto desde arriba como desde abajo.

Cruzando de nuevo el Pla, nos dirigimos ahora al mirador meridional, privilegiado balcón sobre el laberinto de conglomerado de Sant Honorat, un lugar mágico.

Al otro lado del Coll de Mu, el sector del Corb, con les Agulles del Corb perfectamente individualizadas y la masiva Roca del Corb a la derecha. Al fondo, la silueta del Montsec emerge sobre la niebla.

Desgraciadamente, toca pensar en volver hacia Can Boix, que está a los pies del Roc de Nerola, insignificante desde aquí.

Mucho a nuestro pesar, empezamos el descenso hacia el Coll de Sant Honorat, pasando justo por el lado del Roc de la Presó, con su pavorosa cara norte apenas intuyéndose.

Vista atrás del Roc de la Presó y de la ancha Mola de Sant Honorat desde el Coll de Sant Honorat, donde emprendemos el descenso hacia el Torrent de la Font Viva, internándonos hacia el corazón del macizo.

El descenso transcurre primero por tramos algo más rocosos, pero a medida que se va alejando de las paredes se va tornando más terroso.

Cuando entra en el bosque, el sendero se convierte en un cómodo camino que nos lleva al fondo del Torrent de la Font Viva.


Cuando llegamos al fondo del Torrent de la Font Viva, no nos resistimos de acercarnos a la fuente que le da nombre situada en la parte más central del macizo.

La Font Viva es una pequeña maravilla de musgo y agua que contrasta vívidamente con la gris roca que domina en el macizo. Sin duda vale la pena perder el corto tiempo que toma la visita.

Ahora ya solo queda volver hacia Can Boix, dominado por la torre de la Roca de Nerola, pues la jornada se va acabando a la vez que el escaso Sol invernal se va poniendo.