Santa Fe (1.210 m)

 La gran proa de Organyà

Santa Fe desde Organyà

Organyà, conocido por ser el lugar donde se descubrió uno de los textos más antiguos escritos en lengua catalana, las famosas Homilies d'Organyà, está protegido por el Segre de un lado, río que recorre el breve rellano donde se asienta el pueblo y por las escarpadas montañas que rodean todo el entorno de la población y que conforman uno de los paisajes más agrestes y salvajes de Catalunya. Sin embargo, existe una cumbre que destaca entre todas las demás al mostraste desde el pueblo como una soberbia proa rocosa. Esta fortaleza, en apariencia inexpugnable, recibe el nombre de la ermita que ocupa su cima: Santa Fe.

A pesar de su estampa desde Organyà, la Muntanya de Santa Fe no es sino el extremo del largo sinclinal de la Serra de Sant Joan, la prolongación sudoeste del colosal macizo de Boumort. Santa Fe es la cumbre más modesta de este largo cordal y, de hecho, desde el interior del valle que forma esta sierra (uno de los mejores y mayores ejemplos de sinclinal de todo el Pirineo), destaca más bien poco. Pero desde el exterior, Santa Fe está rodeada casi enteramente por un inmenso murallón, al igual que el resto de la Serra de Sant Joan. Por ello, el acceso a esta cumbre está limitado a un paso en concreto al oeste de la cumbre, donde una brecha en la pared permite el acceso al amable interior de la sierra, a donde también podemos llegar por una pista desde Montanissell.

El ascenso a Santa Fe es un clásico, y por ello un buen camino nos permite llegar de forma fácil y cómoda a la cumbre. Allí, podremos tocar la campana de la ermita como se viene haciendo desde tiempos inmemoriales y así informar al valle del Segre, que esta cumbre preside, que hemos hollado la montaña más emblemática y bonita de Organyà y su entorno.

Ficha técnica

Desnivel: 500 m

Longitud: 6,4 km

Altura mínima: 710 m

Altura máxima: 1.210 m

Dificultad técnica: Muy fácil, ruta por sendero cómodo en todo momento.

Track en Wikiloc

Mapa de la ruta realizada tomado en el visor Iberpix

Acceso

El inicio de la excursión es la carretera de Organyà a Montanissell, justo en el punto donde sale la pista que sube hacia Santa Fe. Se puede dejar algún coche en algún punto donde la carretera se ensancha levemente. Calcula la ruta desde cualquier punto de inicio pulsando este enlace de Google Maps.

Fotodescripción

Aunque se puede salir del mismo Organyà, decidimos acortar la jornada dejando el coche en uno de los pocos lugares donde la estrecha carretera de Organyà a Montanissell se ensancha, no mucho pero suficiente para dejar un par de coches. Empezamos la jornada siguiendo la carretera hacia Montanissell...

...para abandonarla tras unos metros en pos de una pista que se abre a mano derecha.

Siguiendo esta pista hasta el final llegaríamos al Coll Marí, inicio del sendero hacia Santa Fe, dando bastante vuelta.

Por ello, cuando nos encontramos con el sendero que proviene de Organyà y que se dirige al mismo sitio mucho más directamente, lo tomamos sin dudar.

Este sendero cruza la pista varias veces, pero en todo momento un poste indicador nos guía hacia donde se recupera el camino.


El sendero sube mediante lazadas por el empinado bosque, muy frondoso y de un verde resplandeciente.

Tras ganar unos 200 metros por sendero, llegamos al tramo final de la pista que, ahora sí, seguimos hasta que nos deja en...

...la gran explanada del Coll Marí, donde hay unos bancos y un cartel informativo.

Subiendo por unas escaleras a mano izquierda, un promontorio alberga una pequeña figura de Mossèn Cinto Verdaguer, el ilustre poeta y montañero catalán, que en una de sus travesías por el Pirineo estuvo aquí.

Esta figura, situada en la parte alta de una roca, tiene la vista despejada, seguramente gracias a la ayuda de gente de la zona, que habrán limpiado el arbolado para que Mossèn Cinto pueda ver bien Organyà.

Aunque conociendo el afán montañero de Mossèn Cinto es probable que su mirada se dirija algo más arriba, hacia la gran muralla catalana: el Cadí, que descolla a lo lejos.

Pero nuestro objetivo queda mucho más cercano, puesto que la intimidante pared de Santa Fe despunta por encima de nuestras cabezas. De hecho, lo tenemos tan a la mano que, fijándonos un poco...

...se distingue, por encima de las paredes y las copas de los últimos árboles, la campana de la ermita de Santa Fe, que esperamos tocar dentro de un rato.

Dicho y hecho, tomamos el sendero que sale de la misma explanada, muy bien indicado hacia Santa Fe (como en toda la jornada, no hay problemas de orientación).

Tras unos primeros zigzags por el bosque, el sendero se arrima a la gran pared de Santa Fe.

Tras haber ganado algo más de 100 metros de altura, el sendero aprovecha una vira para hacer un precioso recorrido horizontal a las faldas de la pared de la montaña con grandes vistas sobre la Vall de Cabó.

Tras unos últimos metros más empinados, ganamos la altura que nos queda para coronar el Collet dels Prats, a donde también llega la pista que recorre todo el interior de la Serra de Sant Joan.

Desde el rellano donde finaliza la pista, sale un sendero que, tras ganar algo más de 50 metros de desnivel primero por un bosque cada vez más despejado...
...y luego ya por terreno pedregoso...

...nos deja en la ermita de Santa Fe, en la misma cumbre de la montaña. Rodeándola por la izquierda, un ancho camino nos conduce al otro lado, donde nos plantamos en un gran balcón con una soberbia vista de...
...Organyà y su espectacular entorno. El Segre aparece bruscamente del Congost de Tresponts, a la izquierda, y se encuentra con este bucólico rellano rodeado de las grandes montañas del Prepirineo de Lleida.

Tras la cresta de Santa Fe, el panorama oriental está completamente ocupado por la mole del Port del Comte y su corte.

Tras este breve descanso, el Segre vuelve a entrar en un desfiladero, el dels Esplovins, escoltado ahora por Aubenç, fuera de foto, y el soberbio Turp, cuya pirámide marca el final del trayecto del Segre por las altas montañas.

Hacia el otro lado, la compleja transición entre el Alt Urgell y el Pallars Jussà, repleto de peñas y montañas que se pueden contar como de las más inhóspitas de toda Catalunya, al ser esta región la más despoblada del principado.

A la derecha, la Vall de Cabó, con la abultada Serra de Prada marcando el límite septentrional del municipio.

Y entremedio, el bonito sinclinal de la Serra de Sant Joan, que, aunque desde este extremo de la sierra no se vea del todo bien, se puede intuir perfectamente, con su característico plegamiento hacia dentro, dejando las paredes fuera.

Y, sin más historia que deshacer el camino repetido en la subida, volvemos al coche. Pero, ya de vuelta, es inevitable mirar atrás para ver la fortaleza de Santa Fe, rodeada de nubes de tormenta, que realzan aún más el carácter de esta bonita cumbre.